Los carniceros han pedido al
Ministerio de Agricultura
la puesta en marcha de una campaña de información «profesional» a partir del 1 de enero, ya que la falta de confianza de los consumidores en la Administración ha provocado una caída de entre el 40 y 50 por ciento en las ventas de carne de vacuno.
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El coordinador general de la Confederación Española de Detallistas de la Carne (Cedecarne), José Moya, lamentó la falta decoordinación en la Administración para lanzar una campaña institucional adecuada para recuperar la confianza de los consumidores.
Moya criticó el folleto informativo distribuido por el Ministerio
de Sanidad, porque se ha elaborado «sin contar con el sector, induce
a errores y no aclara dudas».
Señaló que el folleto distribuido por el Departamento que dirige
Celia Villalobos explica que las piezas de carne de vacuno deben
llevar una etiqueta que indique el país donde se ha sacrificado, el
número de autorización del matadero y el número de identificación
animal, explicaciones que vienen acompañadas gráficamente de un
sello.
Los responsables que han elaborado dicho folleto «parecen
desconocer» que desde el pasado 1 de septiembre la carne de vacuno
debe llevar un etiqueta individual cuando se venda en bandeja,
mientras que la que se despache al corte o en piezas tendrá que ir
identificada con un rótulo o cartel.
Moya apuntó que Cedecarne está manteniendo conversaciones con el Ministerio de Agricultura, el sector productor, la industria cárnica y los consumidores para elaborar un expositor o panel, donde el carnicero pondrá a disposición del consumidor toda la información necesaria sobre la carne que despacha en su establecimiento.
Explicó que en dicho rótulos contendrán obligatoriamente el código o número de referencia que garantiza la relación entre la pieza de carne y el animal o grupo de animales del que procede y el nombre del país donde se encuentra el matadero en el que se sacrificó la res y su número de autorización sanitaria.
Dicha etiqueta obligatoria deberá reflejar también el número de autorización sanitaria de la sala donde se despiezó la carne y el nombre del país en el que se encuentra dicho establecimiento.
Criticó que el sello que muestra el folleto de Sanidad corresponde al marcado sanitario que ponen al animal en el matadero y que queda reflejado en el animal pero nunca en la pieza de carne,por lo que el consumidor nunca podrá ver dicha marca cuando vaya a comprar a su carnicería.
El coordinador gerente resaltó que el etiquetado obligatorio permitirá acabar con el anonimato de la carne, uno de los pocos alimentos que todavía se vendían sin identificar, y depurará responsabilidades en el caso de que existan problemas sanitarios.
Puntualizó que los carniceros son profesionales que manipulan y
elaboran la carne, y asesoran a sus clientes, por lo que «no se nos
puede responsabilizar de la calidad de la carne que vendemos,
competencia de las Administraciones central y autonómica».
Resaltó que con el etiquetado obligatorio se podrá realizar un
seguimiento de todas las etapas por las que ha pasado la carne,
desde la granja hasta el punto de venta, lo que se denomina
«trazabilidad».
Respecto a la campaña de Navidad, el presidente de Cedecarne,
José Folgado, aseguró que a una semana del inicio de las fiestas,
periodo en el que este sector obtenía buena parte de la facturación
del año, las perspectivas son muy pesimistas.
Folgado matizó que aunque suban ligeramente las ventas de
cordero, cerdo y pollo, «mucho nos tememos que las de vacuno no se
van a recuperar» e indicó que los precios del cordero, especialmente
del lechal, y del porcino, sobre todo el cochinillo, pueden aumentar
más que otros años.
Mostró la gran preocupación de los empresarios detallistas de
carne por la incidencia económica que va a representar para el
sector la alarma generada entre los consumidores por las «vacas
locas», ya que el 70 por ciento de la carne de venden en sus
establecimientos es de vacuno.
En España hay 30.000 carnicerías, que generan unos 120.000
empleos directos y que se encuentran muy atomizadas.
Por otro lado, fuentes del sector de casquería anunciaron que si
continúa la crisis, los establecimientos que se dedican a esta actividad comercial, especialmente en la Comunidad de Madrid donde existen 1.200 puntos de venta de estos productos, cerrarán y 15.000
personas perderán su puesto de trabajo.
Hicieron un llamamiento a los consumidores en el sentido de que
todos los productos que se venden en las casquerías nada tienen que
ver con las «vacas locas» y que salen de los mataderos autorizados a
la cadena alimentaria con todas las garantías sanitarias
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