Alemania debate si subir el IVA de la carne por el bienestar animal y el medioambiente
El pasado agosto Alemania se ha enfrascado en un enconado debate en torno a varias propuestas para elevar los impuestos a la carne y dedicar ese dinero a mejorar el bienestar animal o a la protección del medioambiente.
El tema saltó tras la opinión del portavoz parlamentario de Los Verdes para política agraria, Friedrich Ostendorff, en el diario “Welt”, diciendo que estaba a favor de eliminar la reducción del impuesto sobre el IVA para la carne y destinarlo a medidas a favor del bienestar animal.
De aprobarse esta propuesta, ello significaría que el gravamen sobre los productos cárnicos pasaba del actual 7 % al 19 % y en el caso de las pechugas de pollo, ahora a 2,99 € en la cadena Aldi, se incrementaría hasta 3,32 €.
Mientras que las asociaciones para la conservación del medio ambiente y los colectivos vegetarianos y veganos han aplaudido, con mayor o menor cautela, las distintas ideas que, como sondas, han lanzado a la opinión pública los principales partidos, las reacciones no se ha hecho esperar en un país cuyos hitos gastronómicos pasan por la salchicha, el codillo y el “Schnitzel” – filete de ternera empanado -, y donde el ciudadano medio consume unos 60 kg de productos cárnicos al año.
Tras la propuesta inicial de Ostendorff, que han respaldado a título individual varios políticos de Los Verdes, el Partido Socialdemócrata – SPD – y la Unión Cristianodemócrata – CDU -, el Gobierno alemán se ha limitado a destacar las dificultades prácticas de la medida y apuntar que hay otras fórmulas más efectivas para mejorar el bienestar de los animales para la producción cárnica.
El grupo ecologista Greenpeace ha saludado la iniciativa por tratar de “poner fin a la reducción impositiva de los productos cárnicos y lácteos”, estimando, que el cambio fiscal reduciría el consumo de carne en un 11% y elevaría los ingresos públicos en 3.600 millones. En cambio, Thomas Schröder, presidente de la Federación Alemana para la Protección Animal, ha propuesto directamente establecer un “impuesto a la carne” de unos “pocos céntimos el kilo”, equiparándolo al impuesto a las emisiones de CO2.
Sin embargo, las críticas han emergido desde todo el espectro político. El ultraderechista Alternativa para Alemania – AfD – ha denunciado que afectaría principalmente al “hombre de la calle”, La Izquierda, en la misma línea, ha señalado que elevar el gravamen lastraría a los “socialmente discriminados” y los liberales del FDP temen que se dañe la competitividad del sector alemán frente al del resto de países europeos, un argumento que también han empleado los ganaderos.
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