Fue a finales de abril cuando José Argudo inauguró su nueva nave de pollos, equipada por Big Dutchman. Afirma que es nuevo en el sector pero que hacía tiempo que le rondaba la idea, porque en la zona en la que se encuentra –la localidad de Garaballa, en Cuenca- existen naves avícolas; de hecho, ya había hablado de esta posibilidad con un amigo suyo que está en una integradora. Dedicado al sector porcino hasta la fecha –e incluso habiéndolo intentado con los terneros, aunque en este último caso la experiencia no cumplió con sus expectativas-, Argudo se ha introducido en la cría del broiler con esta nave de estreno que tiene capacidad para 30.000 aves –concretamente 27.700, que es el número que le marca la directiva de bienestar animal-.

“A esta nave no le falta de nada”, explica, “me he mirado muchas, pero la de Big Dutchman me gustó por muchos motivos: tiene mejores soluciones para el verano y el invierno, y mucha capacidad de ventilación. Creo que cuando hace calor es la mejor que hay”. Además, el granjero destaca el sistema de chimeneas, que en la época de frío ofrece una buena respuesta para que los animales no sufran las inclemencias del tiempo y que además le permite ahorrar en calefacción. No en vano la nave se sitúa en una zona de la serranía baja de Cuenca, cerca de Utiel, donde están acostumbrados a temperaturas extremas tanto en verano como en invierno.

La nave, de 112 por 15 m, cuenta con 6 chimeneas distribuidas en 4 grupos, dos de ellas independientes. También posee 12 ventiladores en una punta distribuidos en 5 grupos. No arrancan todos a la vez, sino que se van encendiendo a medida que hacen falta, y finalmente, comienza la ventilación tipo túnel. Todo está programado por ordenador. “Sólo tengo que retocar algo manualmente algún día puntual que haga falta, pero en general está todo automatizado”, explica el ganadero, que tiene contratado a un trabajador para que gestione esta nave de pollos, integrada en Agroturia, filial de Vallcompanys.
La nave funciona con gas propano y dispone de los materiales habituales de Big Dutchman: doble techo de chapa, falso techo con espuma aislante, hierro galvanizado y murete de hormigón que ha hecho el propio granjero. José Argudo ya está con la segunda cría. Confiesa que los inicios son duros “sobre todo si no lo conoces”, pero se muestra satisfecho de los resultados por ahora. Recibe una vez a la semana la visita de la integradora que lo va asesorando, y se muestra seguro de su elección: nave llave en mano. “De lo contrario, si después encuentras un fallo, ¿a quién le vas a reclamar? Además no he encontrado grandes diferencias económicas”, afirma.

Con sus pollitos está probando un sistema de luces azules y verdes, que le ha proporcionado Big Dutchman, que le permiten regular el grado de tranquilidad de los animales e incluso controlar el consumo de pienso, si hiciera falta. “A ver qué tal resultan”, dice. No encuentra grandes diferencias respecto al trabajo que hace con cerdos y pollos, aunque asegura, convencido, que en la avicultura se nota mucho más “si haces las cosas bien”, algo que lo anima a cumplir con todos los requisitos y parámetros de calidad.

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