Editorial: Alimentando a la humanidad
Muy posiblemente, casi todo el mundo habrá conocido la noticia publicada a mediados de este noviembre acerca del simbólico nacimiento del niño 8.000 millones en nuestro planeta, al mismo tiempo que las elucubraciones que se han planteado sobre este hecho y lo que de él se deriva, con el interrogante de tener un desarrollo sostenible y sobre si los recursos alimenticios del futuro llegarán a cubrir las necesidades de un creciente número de bocas.
Por ello, aparte de la discusión, y las dudas, acerca de que si aquel niño de Guatemala señalado con el número 8.000 M lo ha sido realmente o no (pues existen diferentes proyecciones de cálculo), quisiéramos aportar nuestra opinión sobre el tema y, más concretamente, sobre el catastrofismo que señalan algunos y el papel que puede tener la avicultura en su contribución a la alimentación de una creciente población mundial.
Ante todo, nuestra opinión no coincide con las consecuencias “devastadoras” que puede tener el crecimiento de la humanidad que, según algunas previsiones demográficas de la ONU, una población que podría llegar a la redonda cifra de unos 10.000 M en menos de 50 años. Y no hace falta de que nos detengamos en el “donde” tendrá lugar este crecimiento pues, pese a los planes de planificación familiar ya operativos, algunos países del llamado “tercer mundo” (India, Pakistán, Nigeria, Egipto, etc.), aún habiendo reducido el número de hijos por mujer fértil, seguirán capitaneando este desarrollo.
Por otra parte, aunque en los momentos actuales podamos estar con los ánimos bajos (por la guerra de Ucrania, la inflación imperante, la situación política de nuestro país, etc.), creemos que la humanidad entera ya es consciente de lo que significa tener un desarrollo sostenible, con un respeto para el medio ambiente, como se ha demostrado precisamente ahora, en las discusiones habidas en la cumbre climática celebrada en Sharm el- Sheikh, Egipto. Insistimos, pues, en el tema, que ya apuntábamos en nuestro comentario del mes anterior, para reafirmar el compromiso medioambiental que debemos tener, muy diferente de lo que significaba el afán desarrollista de hace tan solo 50 años.
Pero, afirmado esto, ante la duda malthusiana sobre si los recursos alimenticios de nuestro planeta serán capaces de responder a este reto, nuestra opinión es positiva pues, por una parte, bien lo han demostrado hasta la fecha y, por otra, creemos que ello es plausible por los avances tecnológicos habidos en la agricultura y la ganadería y los que se aventuran.
Y, yendo al final a nuestro campo, el de la avicultura, nuestro posicionamiento es aún más claro, debido a:
- El que la carne de ave es ya la primera fuente proteica de origen animal en el mundo … y sigue creciendo en popularidad. Y no pensemos solo en la de pollo, sino en la de un pavo, ahora presente en todos los lineales, y también en la de las aves acuáticas, la preferida en muchos países asiáticos.
- Que el consumo mundial de huevos sigue en ascenso, previéndose que solo en el actual decenio aumente en un 9,2 %, reafirmando así su relevancia en la alimentación humana.
¿No son estos dos aspectos lo suficientemente relevantes como para sentirnos satisfechos de lo que producimos? Nosotros, francamente, creemos que ello es posible, aunque ello no nos deba permitir el dormirnos en los laureles.
Federico Castelló
Real Escuela de Avicultura
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