Editorial: Polémica servida, sobre las «macrogranjas»…

Hace poco más de un mes, las polémicas manifestaciones del Ministro Alberto Garzón sobre la calidad de las carnes españolas y las macrogranjas han dado tanto juego político que, si no fuese por la polvareda que ha levantado la aprobación de la nueva legislación laboral, aun estaríamos hablando de ellas.

Pero en fin, aparte de la inoportunidad de aquellas manifestaciones en un medio extranjero, la cuestión es que el tema de las macrogranjas ha servido para ofrecer a la opinión pública la posibilidad de enterarse sobre lo que son y, especialmente, lo que representan para el consumidor en cuanto a la calidad de sus productos, cárnicos o de otro tipo.

Aunque cuando nos preguntamos si, de verdad, han servido para esto, nuestra opinión es negativa. En primer lugar, porque aunque es evidente que una granja con varias naves para 30.000 pollos y otra con varios miles de cerdos de engorde serían macrogranjas, ¿dónde está el límite o separación entre ellas y las “minis”?. Porque, además, la polémica que se ha desatado se basa en suponer que los productos que provienen de las primeras son intrínsecamente malos y los de las segundas, buenos …

Pues, como se sugería recientemente en un artículo sobre el tema, “hay quien en intensivo lo hace muy bien y en extensivo no lo hace tan bien”. Que el producto de cercanía atrae, nadie lo duda, por el cariño que todos ponemos a lo local y de ahí las varias IGP (Indicación Geográfica Protegida) que tenemos en avicultura, como los pollos y los capones de El Prat, el gallo negro del Penedés o el capón de Vilalba, pero para de contar…, de igual forma que, en el sector de las carnes, en España tenemos 17 denominaciones de origen también protegidas y bien acreditadas

¿Qué hay otras carnes que también merecerían estar amparados por una denominación específica? Posiblemente, pues así se podrían valorar mejor, pero no a costa de denostar a lo grande que, por su menor coste (las “economías de escala”) consumimos a diario cuando, con las prisas que impone lo cotidiano, no nos paramos en degustar la exquisitez de unos productos que, tal vez por apartarse de lo habitual, en una fiesta determinada nos pueden parecer fantásticos.

Lo que no aceptamos, al menos en un país desarrollado como es el nuestro, es que se critique, por ejemplo, a unos huevos por provenir de unas macrogranjas tal vez con más de 100.000 gallinas que, serán idénticos a los de aquel otro criador con unos pocos centenares de cabezas …. siempre que tengan la misma “vejez”. Porque, en principio, tenemos que suponer que, en ambos casos, sus productores habrán hecho lo que creían mejor …aunque unos tengan la yema más roja que otros (que es cuestión de la alimentación, pero sin afectar al gusto).

 

 

Federico Castelló
Real Escuela de Avicultura

 

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