Resumen Conferencia impartida por Antonio Rivera Cantón de V&S Asociados, en las Jornadas Profesionales de Avicultura 2014 en el marco del salón SIAG(Salón Internacional de la Avicultura y Ganadería)
En términos de rentabilidad económica podemos considerar que la producción de pavos de engorde se ve soportada sobre cuatro pilares básicos: genética, nutrición, salud y manejo. Por un lado, no es tarea fácil determinar cuál o cuáles de ellos inciden más sobre el resultado final, cada uno por separado puede tener (y tiene, en muchos casos) una repercusión rápida y directa en la viabilidad de la granja/negocio; por otro lado, la actuación sinérgica exacerbará los resultados positivos o negativos de los efectos individuales.
La elección correcta de la línea genética, de entre todas las disponibles, que se ajuste a los productos finales (pechuga, muslos, carne en definitiva) con la relación adecuada de las distintas piezas que se han de comercializar para satisfacer las preferencias del consumidor, y por ende de la industria, no es fácil e implica trabajar con un animal que ha sido sometido a una evolución que marca su comportamiento, estatus sanitario, limitaciones fisiológicas, etc. No olvidemos tampoco que en los procesos de selección se consiguen fijar grandes cualidades para la producción industrial de carne, pero también perdemos otras muchas que obligan a modificar hábitos (cuando no vicios) que de otro modo interferirían sobre la manifestación del potencial de crecimiento que tiene el pavo seleccionado.
En lo que respecta a la nutrición, la evolución de los conocimientos sobre este campo ha sido y es muy importante, pero en muchos aspectos sigue siendo incompleta. El pavo es un maremágnum de procesos químicos biológicos a los que poco a poco les vamos encontrando justificación y que nos ayuda a conocerlo y rentabilizarlo, pero el factor individual, del grupo y del grupo como unidad sigue estando presente en la toma de decisiones sobre la idoneidad del programa de alimentación y de los niveles nutricionales más adecuados para cada momento fisiológico, granja y conjunto de granjas. Las necesidades que ha de cubrir el alimento en los diferentes nutrientes, vendrán determinadas no sólo por la genética del animal sino por la necesidad de suplir o corregir aquellas carencias intrínsecas al animal y todas aquellas que tendrán lugar como consecuencia del método y proceso de engorde. Además, todo lo anterior se conseguirá sólo si el consumo del alimento en cuestión es el necesario para ese momento y situación.
Para que el pavo pueda ejercer con normalidad todas sus funciones vitales debe encontrarse “en sana salud” o salud perfecta casi de manera permanente. Sabemos que este concepto es poco menos que imposible cuando hablamos del grupo, aunque en individuos pueda darse con normalidad. Mantener un alto estatus sanitario en la granja no ha de ser un objetivo, sino una realidad constante y constatable en cada uno de los ciclos productivos; pero las condiciones en las que trabajamos y el animal con el que trabajamos, nos posicionan en una realidad bien distinta en la que los problemas patológicos forman parte del día a día, y es por tanto imprescindible corregir estos procesos, y aún más evitar que se produzcan. Implementar las medidas adecuadas de bioseguridad, cuidar aquellos factores ligados a la alimentación, al concepto de bienestar animal, considerar la sensibilidad del consumidor y de la legislación vigente a la utilización de antibióticos, son conceptos imprescindibles que han de formar parte de la filosofía de nuestro negocio, y no pueden ser vistas ni como medidas que mermarán nuestra rentabilidad (nada más lejos de la realidad) ni como un handicap para el desarrollo de nuestra actividad.
Por último, el consumo de pienso tiene una especial importancia en todo lo anteriormente comentado. Se puede afirmar que aquellos animales que tienen un alto consumo de alimento son los que al final de su ciclo productivo presentan los mejores índices económicos y técnicos. El consumo de pienso no deja de ser una interactuación de múltiples factores que van desde las preferencias individuales hasta la pulcritud del bebedero, pasando por la ventilación, la yacija, el estrés o la fisiología. Sobre algunos de ellos se pueden hacer muy pocas modificaciones, pero sobre otros muchos, la profesionalidad, el bien hacer y el cariño del granjero tienen mucho que aportar para el correcto desarrollo del animal y del negocio.
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