Todos los años, los americanos celebran el Día de Acción de Gracias con un pavo en la mesa. Después de todo, el pavo es el animal norteamericano que Benjamin Franklin consideraba «más noble que el águila calva», la que aparece en el Gran Sello de los Estados Unidos. Pero ni el pavo ni el águila pueden decir que han cambiado más la cultura americana que su primo más humilde: el pollo, que ha jugado su papel en la historia de América.
Los colonos ingleses trajeron una bandada de pollos a la colonia, que fue la que les permitió subrevivir en los crudos inviernos. Además, el ave fue en el Mayflower 13 años después. Pero la popularidad de este ave fue desapareciendo, al constatarse que otras nativas -el ganso, la paloma, el pato o el pavo- eran abundantes. Esto fue muy positivo para los esclavos africanos, a los que se les prohibía poseer caballos, cerdos o vacas, aunque en el caso de los pollos no se decía nada. Así, se inició un mercado del pollo e incluso aparecieron cocineros negros que influían en la elección de los platos de sus amos. Una de estas especialidades africanas era el pollo frito en aceite, comida que ahora todos consideran estadounidense.
Más tarde, en 1840, los barcos estadounidenses trajeron otras especies de pollos procedentes de Asia. Los criadores cruzaron estas con las ya existentes, que eran de menor tamaño pero más resistentes, y el resultado fueron especies nuevas que ponían más huevos y producían más carne, como la Plymouth Rock o la Rhode Island Red.
Otro hito fue la llegada de los judíos de la Europa del Este, que basaban su alimentación en el pollo. En 1900, la ciudad de Nueva York tenía ya 1.500 carnicerías kosher, abastecidas con pollos que venían vivos en vagones de tren procedentes de granjas del Medio Oeste. El mercado se extendió más allá de la población judía inmigrante, y el negocio comenzó a ser a gran escala, ya que el cerdo y la ternera eran demasiado caros para los consumidores urbanos.
Durante la I Guerra Mundial, las reservas de carne de cerdo y ternera se enviaban a las tropas, así que el pollo conoció otro impulso. Y además está la figura de Celia Steele, que fue quien comenzó a enviar los primeros pollos de engorde a Nueva York, dando a luz una industria multimillonaria.
Llegó la Gran Depresión, y muchos agricultores se salvaron de la pobreza gracias a la cría de pollos. Entró en juego la figura de Henry A. Wallace, secretario de Agricultura y vicepresidente en el gobierno de Franklin D. Roosevelt, que ayudó a fundar en los años 20 la que hoy día es la mayor compañía de gallinas ponedoras. Por fin, en los años 50, los científicos e ingenieros agrónomos crearon el pollo que conocemos hoy día, capaz de crecer rápidamente con la mínima alimentación posible.
Actualmente, los estadounidenses han elegido el pollo como su comida favorita, presente en las hamburguesas mucho más que la ternera. Si bien eligen el pavo para Acción de Gracias, a lo largo del año comerán hasta cinco veces más pollo
Fuente: The New York Times
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