La Comisión Europea reconoce que el riesgo de contagio es remoto, pero
considera que es mejor cerrar la puerta a la mínima posibilidad.
España importa unas 130 toneladas de productos avícolas de Tailandia,
lo que no llega al 1 por mil del total de la UE
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La Comisión Europea no quiere asumir ni siquiera el mínimo riesgo
que hoy existe de que la gripe del pollo traspase las fronteras del club comunitario.
Para ello, el
Ejecutivo de la UE prohibió el pasado día 23 las importaciones
de productos avícolas
procedentes de Tailandia, el único de
los países asiáticos afectados al que los estados miembros compran
carne de ave.

El peligro es en sí “muy escaso, pero no puede excluirse”,
dijo el portavoz de Sanidad, Thorsten Munch, al anunciar la medida. Puesto que
ningún país de la Unión importa aves vivas ni huevos para
incubar de Tailandia, la prohibición afecta a la carne fresca de pollo,
avestruz y demás aves domésticas o de caza; a los huevos para
consumo humano y a los derivados para alimentos destinados a mascotas.

Según fuentes del departamento de Sanidad y Consumo de la Comisión,
la suspensión de importaciones tiende a prevenir el “potencial de
riesgo” de que el virus de la peste avícola llegue a las granjas
europeas. De ser así, la propagación sería probable y rápida.
En última instancia se trata de evitar cualquier posibilidad de que los
productos avícolas de Tailandia lleguen a los supermercados de la UE,
de ahí pasen a las cocinas y finalmente acaben “en el estómago
de los pollos”, según añadieron las mismas fuentes en palabras
textuales.

La hipótesis es remota y hasta puede sonar extraña. Además,
ni siquiera el peligro de contagio al hombre a partir de la carne está
probado, pues hasta ahora todas las víctimas habían tenido contacto
directo con animales vivos. Pero Bruselas prefiere optar por el “riesgo
cero”, y por eso ayer, nada más hacerse oficial la detección
de la enfermedad en Tailandia, acordó la suspensión de importaciones
con entrada en vigor de inmediato.

El año pasado, los socios comunitarios compraron un total de 136.751
toneladas de productos avícolas a Tailandia, que es el cuarto exportador
mundial de pollo congelado. España sólo compró a ese país
133 toneladas de carne de ave y derivados, es decir, algo menos del 1 por mil
del total de la UE.

El asunto preocupa mucho más en Holanda, que en el 2003 registró
grandes pérdidas económicas después de que un hombre muriera
por la gripe del pollo. Tampoco es una broma para Alemania, cuya cuota de importación
(63.652 toneladas) representó casi la mitad sobre el conjunto de la Unión.

Por su parte, la Organización
Mundial de la Salud
(OMS) aseguró que no existe indicio alguno
de que los humanos puedan contraer el virus de la “gripe del pollo”
mediante el consumo de carne
y que en todos los casos registrados hasta
ahora el virus se transmitió por contacto directo con aves vivas.

El responsable del Programa contra la Gripe de la OMS, Klaus Stohr, declaró
el día 23 que la organización se encuentra preocupada por la reaparición
de la gripe aviar en el ser humano, que ha causado en las últimas semanas
la muerte de cinco personas en Vietnam y de otras 6 en Hong Kong. Aunque admitió
que todas las pruebas efectuadas confirmaron que el virus aviar no se transmite
entre personas, el hecho de que más de una veintena se haya infectado
por contacto con aves enfermas abre la posibilidad de que el virus H5N1 pueda
“fusionarse” con el de la gripe humana, generando un nuevo subtipo
de cepa. En ese caso –explicó– “el nuevo virus podría
viajar muy rápidamente alrededor del mundo”, pues pasaría
de una persona a otra, como ocurrió el año pasado con el virus
de la neumonía atípica, enfermedad que mató a unas 800
personas en distintos países del planeta.

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