La OCU ha analizado 25 kebabs comprados en establecimientos de Madrid, de los que se ha estudiado la calidad de la carne, la verificación de la especie, la calidad nutricional y la higiene. En 24 muestras, la OCU ha detectado distintas proporciones de carne de otras especies. En 13 muestras los análisis han puesto de manifiesto que había carne de pavo, en niveles inferiores al 1%, que es precisamente el límite que fijó recientemente la Unión Europea para poder determinar la existencia de fraude. En tres muestras la cantidad de pollo era inferior al 1%, pero en 6 muestras había más de un 60% de pollo en un kebab supuestamente de ternera, así como en 11 muestras la proporción estaba entre un 40 y un 60%. En estos últimos casos, ya se puede hablar de fraude, obviamente no por la inclusión de la carne de pollo en sí misma, sino por el engaño al consumidor.
Por otro lado, el estudio también pone de manifiesto que los kebabs suspenden en higiene y calidad, a tenor de las sustancias encontradas en las carnes y en la manipulación que llevan a cabo los empleados.
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