El pasado 6 de abril, la Asamblea General de la ONU hizo públicas unas cifras nada esperanzadoras: las víctimas del hambre suman ya casi 1.000 millones de personas en el mundo. Por este motivo, el organismo analizó las medidas que se tienen que adoptar para combatir la inseguridad alimentaria.
Según el presidente del órgano de la ONU, Miguel D’Escoto Brockmann,
la crisis alimentaria es «síntoma de los modelos egoístas de gobierno y producción que nos han fallado y traicionado la confianza de la gente alrededor del mundo». Por este motivo, el presidente apuntó que ahora, en medio de esta crisis económica global, se hace necesaria el impulso de una política alimentaria basada en los derechos.
La reunión, a la que asistieron expertos en agricultura, representantes de agencias de las Naciones Unidas y académicos especializados en políticas
de desarrollo, sirvió para poner sobre la mesa temas como la relación entre la crisis financiera y la crisis alimentaria, los modelos de producción o la pobreza.
El relator especial de la ONU para el derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, explicó que los pobres son los que sufren más los altos y bajos de los precios de los alimentos, las consecuencias del cambio climático y son los que más están padeciendo los efectos de la crisis económica. En este sentido, explicó que ahora, con este contexto de crisis, tenemos la oportunidad para reorientar la política alimentaria del mundo.
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