Los ministros de Sanidad de la Unión Europea aprobaron ayer una resolución por la que ponen en marcha una estrategia global y coordinada con vistas a controlar al máximo el uso de los antibióticos, y en especial a restringir su uso en la alimentación animal.
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Los ministros de Sanidad de la Unión Europea aprobaron ayer una resolución por la
que ponen en marcha una estrategia global y coordinada con vistas a controlar al
máximo el uso de los antibióticos, y en especial a restringir su uso en la
alimentación animal. El texto, que ha recibido el visto bueno unánime de los
Quince, no sólo se refiere al ámbito de la medicina humana, sino sobre todo a los
antibióticos que se utilizan en la medicina veterinaria, en la producción de alimentos
para animales y en el sector de la horticultura.

Los Quince subrayan el riesgo que supone para la salud humana el uso excesivo de antibióticos para acelerar el engorde del ganado. Su ingestión por los humanos
provoca, a la larga, una creciente resistencia a estas mismas sustancias cuando
son utilizadas para combatir enfermedades. Los Quince se compromente también a
defender el principio de que «son medicamentos prescritos únicamente bajo receta
médica». En la resolución, acuerdan «impedir su utilización innecesaria o
inadecuada en medicina humana y en veterinaria» y promover acciones destinadas a
concienciar a los profesionales de la salud y al público del aumento de la
resistencia a los antibióticos.

El primer paso de esa política tendrá lugar el próximo 1 de julio, cuando se retiren
del mercado cuatro de estos antibióticos. Paradójicamente, España fue de los
primeros países en saludar esta medida realizada al calor de la crisis de las
dioxinas. Hace sólo seis meses, la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, se
había mostrado contraria de partida a restringir estos productos por entender que
reducen la competitividad del sector. Sin embargo, ayer, el director general de
Salud Pública del Ministerio de Sanidad, Juan José Francisco Polledo, calificó de
«muy atinada» la decisión del Consejo de Ministros de Sanidad. «La medida llega a
tiempo», afirmó.

Mientras, Bélgica, que se sometió ayer a un duro examen por parte de los ministros
de Sanidad de los Quince, fue reprendida por el resto de los socios comunitarios
por haber reaccionado con tres semanas de retraso a un problema que habían
detectado a principios de mayo. Ello no impidió, sin embargo, que Van den
Bossche declarara que la CE ha sido demasiado dura con Bélgica, por entender
que las medidas aprobadas son excesivas.

A mediodía de ayer, también, y en una reacción inesperada que sólo cabe
entenderse en clave electoral, el primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene, anunció
la inmediata vuelta al mercado -prevista para hoy miércoles- de las tres cuartas
partes de la producción agropecuaria belga. Tras 10 días de crisis, Bélgica ha
podido completar finalmente la lista de las 2.456 explotaciones avícolas «sanas», a
las que no se les suministró piensos contaminados, y las 810 que aún mantiene
bajo sospecha. Lo que no evitará la medida será la peor crisis de la industria
agroalimentaria belga, que encuentra en estos momentos rechazo en la mayor
parte de sus tradicionales mercados consumidores.

«La Vanguardia»

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