Por más que lo que motivó nuestra visita a las granjas objeto de este reportaje fuera la identificación de los huevos producidos en una cadena de granjas ecológicas con un código QR que atestiguara su trazabilidad, creemos que lo de más interés en la misma fue el objetivo que se habían fijado en la empresa: ir creciendo y extendiéndose con la demanda.
Evidentemente, esto que parece una “perogrullada” (*), es la base de una pequeña empresa, nacida en el año 2012 en la pequeña población de Vullpellac, en la comarca del Bajo Empurdán gerundense, entonces con tan solo unas 300 gallinas productoras de huevos ecológicos, pero que desde entonces no ha parado de crecer, habiendo llegado en la actualidad hasta centuplicar la misma, con 30.000 cabezas.
(*) Perogrullada: Verdad tan evidente que es necedad el decirla (Casares)
El modelo de Montsoliu está basado en la recuperación de fincas agrícolas en desuso. Repartidas por toda Gerona desde 2012 han recuperado 15 fincas, procediendo ya el 100% de su producción ecológica y certificada de las mismas.
- Avícola Nateu
- Avícola Els Prodells
- Avícola Cal Ferrer
- Avícola Cal Txec
- Avícola Jordà
- Avícola La Serra
- Avícola Mas Frigola
- Avícola Roca-Paloua
- Avícola Mas Roure L1 i L2
- Avícola Mas Ullastres L1 i L2
- Avícola El Comal L1 i L2
- Avícola Mas Tarradas
- Avícola Mas Cornellà
Interior de una de las naves, al mediodía, con detalle del foso y los aseladeros
EL OBJETIVO Y SU PUESTA EN PRÁCTICA
Con unas ideas muy claras, Bernat Farriol, finalizados sus estudios de ingeniero agrónomo en Barcelona se fijó como objetivo potenciar la economía local de las comarcas de Gerona mediante la transformación de pequeñas explotaciones ganaderas en desuso mediante un modelo de gestión basado en la recuperación de lugares de trabajo.
Con esta idea en la mente y la dedicación de la producción a la avicultura de puesta ecológica, Bernat también tuvo claro que, con la limitación del tamaño de estas granjas a un máximo de 3.000 gallinas, se imponía disponer de varias de ellas a fin de contar con un suministro regular de huevos durante todo el año.
Y, obviamente, todas ellas operando bajo los mismos parámetros, marcados por Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica CCPAE -, el organismo que regula estrictamente esta actividad.
Así, comenzando por la re-calificación de los terrenos con un mínimo de un año sin haber empleado en ellos ningún abono químico -, desde la primera granja de la empresa, la Avícola Mas Frigola, en Vullpellac, hasta la última que ha entrado en producción, la Avícola El Comal, en Foixá, cinco comarcas gerundenses el Alto y Bajo Empurdan, el Gironés, la Selva y el Plá de l´Estany – se han ido llenando de pequeñas explotaciones de puesta de huevos ecológicos.
De esta forma, en la actualidad son 13 las granjas incorporadas en el grupo, todas ellas de pequeño tamaño – 2.000 a 3.000 gallinas -, aunque con 3 de ellas disponiendo de dos lotes de edades diferentes.
En la actualidad, la mayoría de estas granjas son antiguas explotaciones avícolas, de porcino o de ovino, transformadas para su adaptación a los actuales sistemas de explotación para la producción de huevos, aunque también se disponga de alguna de nuevo cuño.
Así, al lado de las viejas construcciones clásicas de mampostería de mediados del siglo anterior, con las lógicas mejoras en cuanto a su aislamiento y ventilación –, las nuevas naves son las de cubierta abovedada que ha popularizado en todo el país la empresa Cosma.
LA EFICIENCIA ES LO QUE PRIVA, NO LO ESPECTACULAR
En base a lo anterior, lo que nos llamó la atención en nuestra visita a la empresa fue la eficiencia en su “modus operandi”, sin contar con ninguno de los espectaculares elementos de los que se alardea en las actuales instalaciones avícolas para muchos miles de gallinas.
“Es que lo ecológico no está reñido con lo funcional y así hemos querido contar con todos los automatismos posibles en nuestras granjas con el fin de hacernos el trabajo más llevadero”, nos decía Bernat durante la visita.
GRANJAS VISITADAS
Avícola La Serra, Garrigoles
3.000 gallinas ecológicas, con 4 m2/ave de parque
Avícola Mas Roure, La Bisbal
3.000 gallinas ecológicas, con 4 m2/ave de parque
Destacaba por su autosuficiencia energética, al contar con un suministro eléctrico mediante placas fotovoltaicas – de 6.500 vatios – y el consiguiente equipo convertidor, las baterías y un pequeño grupo electrógeno.
Dispone de un foso central para deyecciones y una línea de nidales de recogida automática, adosados a la pared N de la nave. Y sobre los slats del foso, un equipo Fienhage con los slats, un comedero automático de transporte de pienso mediante cadena, y una línea de bebederos de tetina Lubing, completaban el resto del equipo.
Bernat Farriol, ingeniero agrónomo y gerente de Montsoliu, entre sus gallinas, en una nave sin pretensiones, pero muy funcional.
El silo de la misma nave, con el detector de su contenido, por radar. Otro detalle que nos llamó la atención fue el pequeño sensor incorporado al silo de pienso con el fin de mostrar permanentemente su contenido, una información de la que dispone Bernat Farriol vía telefónica para todas y cada una de las granjas de la empresa.
Se diferenciaba de la primera, en la distribución de su equipo con el foso de deyecciones en el eje central y un doble ponedero de recogida mecánica y del mismo tipo sobre el mismo, así como el circuito del comedero automático y una doble línea de bebederos de tetina.
Detalle del ponedero
EL MANEJO, CONVENCIONAL, DENTRO DE LAS NORMAS ECOLÓGICAS
En las dos explotaciones visitadas las gallinas eran de la estirpe Tetra, adquiridas en una granja de recría de Girona, a las 17 semanas de edad y producidas bajo normas ecológicas.
Sin embargo, con el fin de controlar mejor su calidad y ahorrar algo en su adquisición, la empresa se halla en vías de poder recriar ella misma sus lotes futuros en una finca que acaban de adquirir.
En cuanto a la alimentación, la empresa adquiere el pienso, obviamente de tipo ecológico y, por tanto, bastante caro – a unos 0,50 €/kg – de dos proveedores diferentes, uno de una cooperativa catalana y otro de una fábrica de Albacete, sorprendentemente sin apenas diferencia en su precio entre ellas.
El parque de la nave de la foto anterior, aún con pocas gallinas, en un día muy soleado.
Se utilizan 3 tipos de pienso, siempre en migajas, uno inicial, con el 19 % de proteína durante los primeros meses de puesta, seguido de otro con el 17 % de ésta y al final otro con un nivel superior de calcio.
El período de producción, alrededor de 15 meses, obviamente sin someter a las gallinas a ninguna muda.
Dado que lo ecológico no está reñido con la iluminación artificial, las gallinas están sometidas a un fotoperíodo de 16 h, proporcionándoselo en una de las granjas visitadas mediante puntos LEDs blancos y en la otra mediante tubos fluorescentes situados en pantallas que se habían pintado de rojo por haber experimentado un brote de picaje. Por cierto, las gallinas de ambas granjas tenían el pico despuntado ….
En cuanto al consumo de pienso, Bernat nos indicó que podía estar en torno de los 120-125 g diarios por gallina, unas cifras bastante lógicas para unas gallinas caracterizadas por la puesta de unos huevos de buen tamaño, pero no de los más gordos.
Con los nidales que se les abren a las 6 de la mañana en todas las granjas, las gallinas inician la puesta enseguida, dejándolas salir al parque a partir de las 11 de la mañana.
Los nidales se vuelven a cerrar a las 4 de la tarde, disponiendo de un mecanismo de expulsión de las aves que aun permaneciesen en ellos.
COMERCIALIZACIÓN DEL HUEVO
A excepción de 2 granjas, aun con recogida manual de los huevos, en todas las demás estos son recogidos mecánicamente por la mañana, llevándose al mediodía, en cartones standard, al centro de clasificación, situado en Vullpellac.
Allí se separan en tres categorías, los XL y los S aparte y los M y L juntos, para ser comercializados de dos formas diferentes, principalmente con la marca Montsoliu, para ser vendidos en el comercio tradicional, o bien con la ECOs´, destinados a los supermercados, sector en el que ahora se están centrando con mayor intensidad.
Unos huevos ecológicos con la “etiqueta” de la empresa y el código QR con tecnología “blockchain» que permite una trazabilidad total blindada.
Su distribución, en muchos casos en vehículos propios, pero en otros no.
A destacar, el que cada cajita de huevos de Montsoliu está identificada con un código QR para que los clientes, con su móvil, puedan leer y descargar un archivo que contiene una cantidad ingente de datos sobre los mismos.
Así, gracias a la plataforma de “blockchain” que la firma tecnológica catalana Vottun ha desarrollado para ellos, es posible conocer:
1 Conocer la granja de procedencia
2 Día de la puesta o de la recogida
3 Alimentación de las gallinas
4 Cuando fueron envasados
5 Fecha de consumo preferente
6 Conectarse en directo a una webcam para observar a las gallinas
“Con la adopción de la tecnología “blockchain” nuestro objetivo es combatir el fraude que existe en el sector avícola porque la trazabilidad es máxima ya que los datos que se introducen no pueden modificarse”, explica David Rabelo, Director Comercial de Montsoliu, que también nos atendió amablemente durante nuestra visita.
Por último, una característica especial de sus huevos es el color pálido de la yema ya que la empresa precisamente quiere distinguirlos con ello de lo habitual en el mercado nacional.
Con las gallinas alimentadas con unas raciones a base de cereales como el trigo y la cebada y sin incorporación de ningún pigmentante sintético, es lógico que el color de las yemas se halle en torno de los números 5 ó 6 del abanico DSM, lo que es bastante menos de lo que vemos en España en casi todos los tipos de huevos.
Finalmente, una nota en torno a los precios de venta, a 3,30 €/docena los de las categorías M y L estuchados Montsoliu y a 3,10 €/ docena los servidos en bandejas a granel a supermercados.
Y en todo caso, precios fijos mediante contratos a largo plazo, sin variación en función del variable mercado del huevo, lo que no está nada mal, aun con los superiores costes de producción de este tipo de huevos.
JOSÉ A. CASTELLÓ
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