Editorial: 4 guerras, en un escenario muy complicado
Con el recuerdo de nuestro comentario editorial del mes pasado, tratando de la crisis energética, y el que abordamos aquí ahora, sobre la de la alimentación, reconocemos que nos estamos metiendo en un escenario muy complicado. Pero, en fin, ahí van unos pequeños “flashes” sobre el mismo.
Resumida la situación en lenguaje telegráfico, diríamos que todo comenzó con un COVID, ocultado primero en China, a fines del 2019 y afectando a España y al resto del mundo, con distintos niveles de gravedad, en la primavera siguiente, cuando, aparte de situación sanitaria y los fallecimientos subsiguientes, empezó a afectar a la economía en general y a la particular de las familias, con apenas distinción de países.
Luego, en el 2021 vendría el trastorno de haber encallado un enorme buque portacontenedores en el canal de Suez y el casi inmediato incremento de los fletes mundiales y los precios de los materiales estratégicos provenientes de China (la gran fábrica mundial) y, finalmente, el pasado febrero la criminal invasión rusa de Ucrania y, con ello, un desabastecimiento de unas primeras materias que aun arrastramos … con lo cual ya tenemos lo que ha venido a llamarse “la tormenta perfecta”
La actual complicación, calificada por un destacado economista como la conjunción de una “guerra caliente” (en Ucrania) con una “guerra fría”, la de la energía, creemos que aún tiene otras dos facetas:
- La “guerra alimentaria” que, debido al alza de precios de la mayoría de las materias primas (con los cereales en cabeza), afecta al bolsillo de todos nosotros, con una inflación desbordada (¡más de 2 dígitos!) que no respeta fronteras,
- La “guerra ambiental”, con el ya bien evidente cambio climático que está teniendo lugar en nuestro planeta, al no habernos preocupado hasta hace poco de las emisiones de CO2 a la atmósfera y de los desastres subsiguientes.
Así las cosas, aunque no quisiéramos ser tan pesimistas como, para creer en las profecías de Malthus sobre el crecimiento de la población mundial y su alimentación, el hecho de que, a consecuencia de lo anterior y el hambre subsiguiente en buena parte de África una persona muere por hambre cada 48 segundos nos tiene que hacer reflexionar muy seriamente sobre donde nos hallamos y lo que podemos hacer en el futuro. Y entre nosotros (la sociedad occidental, se entiende), mientras tanto, seguimos desperdiciando alimentos, como siempre, mientras vemos cómo engrosan las colas frente al Banco de los Alimentos, una loable iniciativa mundial que apenas da abasto para cubrir el rol que se ha asignado.
En medio de todo ello, hay un concepto que se repite en todo el mundo, la sostenibilidad que, ante todo, debemos aplicar a nuestras producciones agrícolas para ser medioambientalmente lo más correctas posible, como creemos que ya han demostrado ser las avícolas, tanto en el campo del huevo como en el de la carne. Pero, ¿somos conscientes todos de que esto significa la satisfacción de las generaciones actuales sin comprometer a las de las futuras, para garantizar un equilibrio entre el crecimiento de la economía, el respeto al medioambiente y el bienestar social?
Para finalizar estas disquisiciones, no concretadas en nuestro sector avícola, pero que sí nos afectan a todos, una última reflexión: aunque aquellas “primaveras árabes” del 2010- 22012 aparentemente exigían una mayor democracia y unos mayores derechos sociales, en el fondo, las reclamaciones sociales se originaron por el no tener que pasar hambre … con la que no se juega.
Federico Castelló
Real Escuela de Avicultura
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