Editorial: Aprender a funcionar en una nueva realidad
Después de 3 meses con el “monotema” de la pandemia ocupando estas líneas, creemos que ya sería hora de cambiar, tratando de algo más placentero que no nos amargase la vida con el miedo en el cuerpo, tanto por lo que nos ha podido pasar personalmente – y aun puede pasarnos -, como por sus consecuencias sobre nuestra actividad.
Sin embargo, lo difícil es hacerlo pues, nos agrade o no, al vivir en un mundo interrelacionado en todos los aspectos, no somos capaces de sustraernos de lo que nos rodea y así, cuando intentamos pensar en el futuro, no podemos olvidar que éste será consecuencia, en muy buena parte, de los acontecimientos por los que hemos pasado.
Así, como simples ejemplos de la mayor complejidad con la que tendremos que bregar en nuestro sector, permítasenos mencionar, aunque sin profundizar en ellos, algunas situaciones que deberían ser motivo de preocupación:
- En materia de genética aviar, la absoluta dependencia que tenemos del exterior, con lo que en un hipotético cierre de fronteras nuestros suministros de reproductores no tardarían en colapsarse.
- En aditivos alimenticios y productos farmacológicos, casi otro tanto, considerando la localización de muchas plantas de producción, no ya en Europa, sino en otros continentes.
- En la bioseguridad de las granjas, incrementando aun más todas las medidas que ya se han puesto en práctica en los últimos años – por la salmonela, el Campylobacter, la influenza aviar, etc. –
- En la misma producción del pollo para carne, por la creciente preocupación de la opinión de la calle – y, detrás de ella, de la Administración pública – sobre las condiciones en que los criamos y su discutible bienestar.
- En los mataderos de pollos, por las medidas que ya se han tomado en torno a las condiciones de su sacrificio y procesado, principalmente por la seguridad de los trabajadores de las plantas, actualmente en entredicho a causa de la Covid-19.
- En la producción de huevos, por el inexorable cambio que está teniendo lugar, también en España, para pasar de la batería a algún sistema alternativo, movido por unos “lobbies” defensores de los derechos animales con una creciente actividad.
- En los inevitables aumentos de los costes que todo ello implica para nuestros productos, tanto para un huevo alternativo como para aquel pollo diferenciado que vamos a adquirir despiezado en el super de turno.
- En nuestras mismas fuentes de información, en una sociedad en la que cada vez se lee menos, con las “fake news” – léase noticias falsas – en la orden del día, el cierre, por ahora, de la asistencia a Congresos, Ferias y actos similares, etc.
- La enorme complejidad de la crisis económica en la que estamos inmersos como consecuencia de la pandemia, con el paro laboral como efecto más inmediato y la por ahora aparente incapacidad de los políticos – los nuestros y los comunitarios – para resolverla.
Se nos puede argumentar que todo ello son “historias para no dormir” pero es la realidad con la que ya tenemos que enfrentarnos, por más que nos cueste reconocerlo. Pero la esperanza es lo último que tenemos que perder………
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