CRIANDO SOBRE LA CRISIS ENERGÉTICA

 

La industria avícola somos un sector transformador. Transformamos unas materias primas y unas líneas genéticas en la proteína animal más consumida del mundo.

No somos los más eficientes, la cría de insectos es más eficiente, pero si la más universalmente aceptado por todas las culturas.

Hemos mejorado mucho, muchísimo, en eficiencia, gracias a la alimentación, las mejores instalaciones, la selección genética, una mejor comprensión del metabolismo de nuestras aves, etc. Pero hay unos límites por abajo y por arriba de confort ambiental que no podemos sobrepasar, pues ni es bueno para las aves ni para nuestro negocio.

En mi casa, como dijo una Ministra, efectivamente me puedo poner un mejor edredón y abrigarme más, pero nuestros pollitos están desnudos, y es nuestra obligación darles el confort ambiental adecuado.

Una crisis energética que afecta a todos los eslabones por igual.

En diferentes porcentajes pero todos, absolutamente todos los eslabones de la cadena avícola están siendo afectados por las brutales subidas de los costes energéticos, desde los costes energéticos de las fábricas de pienso, a los transportistas, a las plantas de incubación que no pueden desviar ni un grado la temperatura de sus salas y mucho menos de sus incubadoras, pasando por las granjas de pollos, que en invierno pueden tener diferenciales de hasta 30 o 40ª C con la temperatura exterior, sin olvidar las granjas de puesta.

Por otro lado, el mayor coste de la energía está afectando de manera plena a las integradoras, que han de pagar mayores precios por el pienso, por el transporte de éste, por el transporte de las aves de la granja al matadero y por el reparto de sus despieces de pollo a las grandes superficies, por no olvidar la importantísima factura energética que representa tener un matadero en marcha.

Es cierto que cada vez son más las plantas de procesado con innovadores sistemas de eficiencia energética, y lo mismo sucede en las granjas, pero todo esto comporta importantes inversiones y se rentabiliza en el largo plazo, que, si sigue así la tendencia de costes, se rentabilizará en el corto plazo, pero aún así es insuficiente.

¿Que hacer pues? No hay una solución única a un problema complejo, pero creemos que ésta pasa por revisar mediante auditorías energéticas todos los insumos energéticos de nuestro negocio (independientemente de que sea una granja de 200.000 pollos, una nave de gallinas camperas en ambiente no controlado, o una planta de procesado que necesita la cadena de frio para 100.000 pollos diariamente), renegociar con la comercializadora de turno y reevaluarla cada trimestre (si bien esta medida tiene un recorrido muy corto), revisar todos los procesos y detectar posibles mejoras (por ejemplo, creemos que se han de volver a valorar el importantísimo papel de los intercambiadores o recuperadores de calor), mejorar los aislamientos y evaluar tecnologías disruptivas.

Por otro lado, la autosuficiencia total energética cada vez está siendo más atractiva en las granjas, y no solo en ellas, la razón es que con autosuficiencia nos evitamos los nuevos conceptos que se inventa el Estado para colarnos con vaselina nuevos impuestos en las facturas en este campo.  Nos han enviado suscriptores copias de sus facturas en las que con la inventada “Tasa de compensación al gas” y resto cargas fiscales, la parte del consumo propiamente dicho era menos de un tercio de la factura, ¡el resto eran conceptos impositivos!

Por último, el PVP de nuestros huevos, pollos y pavos debe subir todavía más, pues esta crisis va para largo y ningún eslabón de la cadena avícola puede estar produciendo a pérdidas.

Real Escuela de Avicultura

 

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