El negocio del activismo animalista globalizado
Prácticamente todas las organizaciones animalistas extremistas comparten el objetivo de eliminar la ganadería y acabar con la carne, la leche y los huevos de nuestras mesas. Pasan por organizaciones benéficas sin fines de lucro que dicen luchar para mejorar el bienestar de los animales, pero sus objetivos van más allá.
El activismo radical tiene principios abolicionistas y veganos, pero defender “los derechos de los animales”, suena mucho mejor y permite desarrollar un negocio floreciente. Las organizaciones animalistas han descubierto que genera más donaciones el activismo sobre los animales domésticos que sobre los salvajes o las mascotas (los “santuarios” no han sido un buen negocio…). Hasta Greenpeace, antes volcado sobre todo en campañas anti-transgénicos incorpora ya entre sus temas estrella el ataque a las “macrogranjas”.
Cada año, la Alianza por la Ganadería (Animal Agriculture Alliance), con sede en Estados Unidos, elabora un gráfico sobre las relaciones entre las organizaciones más activas en Estados Unidos. La Alianza por la ganadería ha elaborado el perfil de unos 200 grupos, y otros tantos más, para investigar, solo en Estados Unidos…y muchos tienen “delegación” en Europa. Los descritos en su gráfico generan unos 650 millones en ingresos anuales. Estos importantes recursos financieros sirven para apoyarse entre sí, incluso a nivel global. A menudo coinciden en las vías de financiación, los proyectos o los dirigentes.
La campaña para acabar con las jaulas en la UE que promueve Compassion in World Farming está financiada desde Estados Unidos por Open Philanthropy, con más de 8 millones de dólares aportados entre 2017 y 2021. Esto le ha permitido vincular a organizaciones de distintos países para llevar adelante la exitosa iniciativa ciudadana “Acabar con la era de las jaulas” (“End the Cage Age”).
También hay conexiones económicas en la Open Wing Alliance (Alianza Ala Abierta), iniciativa de The Humane League, una de las principales organizaciones animalistas de Estados Unidos, que suma el apoyos de otras 80 de todos los continentes, a las que apoya financieramente desde 2017 (con la suma de unos 5 millones de dólares). Crear una coalición, apoyar posiciones, campañas y eventos conjuntos facilita alcanzar repercusión internacional. La amplificación gratuita mediante las redes sociales globaliza las presiones a las empresas y marcas de mayor visibilidad y prestigio (son las llamadas “campañas corporativas” que señalan a cadenas detallistas, hoteles y restaurantes, industria alimentaria, en general) usando imágenes impactantes intercambiables entre países con normativas y situación de las granjas muy dispares. Todo para alcanzar su objetivo de «mejorar la vida de los animales». Y ganar también en visibilidad y apoyo social y político, y en recaudación.
Es evidente que las ventajas de un mundo interconectado y globalizado también han ayudado al animalismo. Ya no lo forman organizaciones filantrópicas pequeñas y locales, sino “multinacionales del activismo” expertas, sobre todo, en el “fundraising”. Es decir, en recaudar el máximo importe de donaciones para mantener y ampliar su actividad y capacidad de influencia. Ese es su negocio.
María del Mar Fernández Poza
ASEPRHU