En el Reino Unido, un equipo de investigadores han estudiado los grados de amistad de las gallinas domésticas con sus congéneres y han llegado a la conclusión de que cada una va a la suya y no tienen interés por rodearse de otras gallinas amigas.

La investigación del Royal Veterinary College ha concluido que las gallinas criadas para la producción animal no forman amistades. Los resultados del estudio se han publicado en la revista Science Applied Animal Behaviour, y su objetivo era dilucidar si el bienestar de las aves –tan en boga ahora desde la entrada en vigor de la Directiva europea de bienestar animal- se podría mejorar mediante el aprovechamiento de las relaciones sociales.

Aunque los investigadores están de acuerdo en que en los humanos estas relaciones entre congéneres tienen efectos positivos sobre el estrés, el bienestar e incluso el éxito reproductivo, las gallinas parece que son más independientes. Para llegar a estas conclusiones, se monitorizaron ocho grupos idénticos de 15 gallinas ponedoras durante ocho semanas, observándose tanto cuando estaban activas como por la noche.

Se vieron pocas agresiones, y tampoco se encontraron evidencias de que los animales prefirieran a otras aves por ser de su grupo o por su proximidad. Las gallinas no mostraron preferencias en elegir su aseladero. La mayoría de las parejas no se observaron casi nunca durmiendo juntas, y aunque algunas sí lo hacían con frecuencia, el escaso número de noches que pasaron en compañía obliga a tomar estos datos con cautela.

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