La feria de El Prat de Llobregat, celebrada con PCR para descartar la influenza aviar

Con la amenaza, una semana antes de su celebración, de la prohibición de roda clase de ferias con aves vivas, por parte del Ministerio de Agricultura, la habitual Feria Avícola de El Prat de Llobregat estuvo en un tris de su suspensión.

Sin embargo, ello no provenía de las directrices para limitar la expansión de la COVID, que debe cumplir cualquier acto público, sino a consecuencia de los múltiples focos de influenza aviar que ha habido en toda Europa. Pues la enfermedad podía poner en peligro a los grandes protagonistas de la fiesta, las aves de la raza Catalana de El Prat, también conocidos por los pollos “pota blava”, con el que son denominados actualmente en la población.

 

Los pollos de El Prat sometiéndose a una prueba para detectar la influenza aviar (Foto: La Vanguardia).

 

El salvoconducto con el que se ha podido celebrar la feria ha sido por la competencia de la Generalitat de Catalunya en el tema, con el requisito de que las aves exhibidas pasaran un test PCR para asegurarse de estar libres de influenza aviar, una prueba similar a la que se lleva a cabo parta el coronavirus.

Gracias a ello y a que todos los test fueron negativos, la feria avícola pudo celebrarse, aun con un menor número de aves que en anteriores ocasiones, con un número limitado de 5 gallinas y un gallo por parte de cada criador, aparte de un lote de capones y otro de la variedad Prat Blanca, fuera de concurso.

Así pues, poco antes de la inauguración todas las aves que se iban a exhibir en la feria fueron sometidas a la prueba, con un resultado negativo. “Y, menos mal que fue así, pues no teníamos un plan B y habríamos tenido que realizar la feria sin ellas”, dijo el alcalde de El Prat de Llobregat, Lluís Mijoler, y aunque la muestra habría sido distinta, el evento va mucho más allá.

De hecho, viene a ser como la fiesta mayor de invierno en El Prat ya que durante el fin de semana del 18-19 de diciembre pasaron por la feria muchos miles de visitantes, dispuestos a conocer la muestra comercial, la gastronómica, la de las aves y la de asociaciones pratenses en el amplio marco expositivo de la finca de La Ricarda, un espacio natural que ha ganado popularidad a raíz de la polémica sobre la ampliación del aeropuerto de Barcelona.

De todas formas, aparte de todo ello, la prueba de que el mayor atractivo de la feria era la muestra de las aves fue el largo turno que había que guardar para entrar en el pabellón en el cual se exhibían los 72 ejemplares seleccionados. Todos ellos habían sido juzgados previamente por un jurado formado por José A. Castelló, Ex-Director de la Real Escuela de Avicultura, Mercé Bajauli, veterinaria de la Asociació de Criadors del Pollastre i el Capó de El Prat, Jaume Berenguer, ingeniero técnico responsable en ésta del libro genealógico de las razas de aves catalanas y Josep Ferré Guinovart, responsable de producción de la granja Aviraut.

 

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