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Ni siquiera los apacibles pastos holandeses están a salvo de la imparable
invasión publicitaria. «Si los futbolistas pueden pasearse con anuncios
en sus camisetas, ¿por qué no van a poder hacerlo mis ovejas?»,
se preguntó un buen día André Kroen, un emprendedor granjero
holandés desanimado por el escaso rendimiento que sacaba a su ganado (La
Vanguardia).
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