Hace apenas 4 años, en un artículo nuestro nos ocupábamos de la iluminación de las naves de broilers, analizando las necesidades de luz de los mismos, los cálculos para realizar una instalación, el color y tipo de las luces y la distribución en la nave de los puntos luminosos (Selecciones Avícolas – Abril de 2013)
Hoy, a la vista del desarrollo que está habiendo en este campo, debido especialmente, a la irrupción de los LEDS –diodos electroluminiscentes– creemos conveniente volver sobre el tema para aclarar algunos conceptos sobre este nuevo sistema de iluminación.
Si bien, hace ya años, las discusiones en torno a como iluminar los gallineros se centraban en comparar las bombillas de incandescencia con los tubos fluorescentes y posteriormente con los fluorescentes compactos, hoy creemos que, tras la aparición de los LEDS, ello está fuera de lugar.
En cuanto a las clásicas bombillas incandescentes, recordemos que su baja eficiencia lumínica se debe a que parte de su gasto energético se pierde por el calor emitido por su filamento al ponerse incandescente. Y en cuanto a los fluorescentes también sufren una pérdida energética por lo que supone el calentamiento del gas contenido en los tubos, aunque menor que el de las anteriores.
A diferencia de ambos tipos de iluminación, los LEDS –diodos electroluminiscentes capaces de emitir luz cuando los recorre una corriente eléctrica – tienen un consumo eléctrico mínimo. Esto significa que los LEDS proporcionan la mayor cantidad de luz con la menor potencia consumida que cualquier otra fuente de iluminación anterior.
Una comparativa del rendimiento de estos tipos de iluminación desde el punto de la relación entre la intensidad de la misma, en lúmenes – lm -, con independencia del medio que lo rodea, y el consumo en electricidad – en w -, nos muestra lo siguiente:
Tipo de luz | Relación lm/w |
Incandescente | 9 – 14 |
Fluorescente | 40 – 60 |
LEDS | 75 – 125 |
Adicionalmente, la mucho más larga vida útil de los LEDS les concede otra ventaja, no poco importante. A diferencia de las bombillas incandescentes, de las que recordaremos la frecuencia con las que había que ir cambiándolas al estar fundidas, los fluorescentes, bien los clásicos de tubo o bien los más modernos compactos, ya tienen una vida útil mucho más prolongada pero en todo caso no igualable a la de los actuales LEDS, asegurada, según los distintos fabricantes, en, al menos, unas 40.000 a 60.000 horas.
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