El subsector avícola español (50.000 empleos y 230.000 millones de ventas) se prepara para vivir momentos de tensión en plenas navidades. Los productores de pollos dicen que tienen los precios congelados desde hace 14 años (un pollo de 2,2 kilos era pagado por los integradores en 1986 a 32 pesetas, hoy ese mismo animal con 2,4 kilos cuesta 35 pesetas). Y los costes de producción no han experimentado el mismo estancamiento. En 1986 eran de 14 pesetas, hoy son de 33.
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Según Javier Sánchez, presidente de la Plataforma Avícola Estatal -PAE- que dice englobar al 90 por ciento de los productores, todo empezó «cuando se instalan en España la multinacionales avícolas», antes de 1986.
Siguen dos estrategias: primero comienzan a ganar cuota de mercado a toda costa y después imponen sus precios más bajos de la media. Como consecuencia todo el sector baja hacia esos precios de referencia. «Al carecer la avicultura de todo tipo de regulación el lema es, o lo tomas o lo dejas», sostiene Javier López. Desde entonces han cerrado 2.000 granjas en España y además nuestro país, es cada vez menos competitivo: la producción española ha pasado del 4º al 5º puesto en la Unión Europea y continua en regresión. La producción sólo cuenta con ayudas comunitarias (en forma de subvención de puntos de interés, nunca directas) para mejoras higiénico-sanitarias y ambientales.

La conclusión es que según la PAE las pérdidas acumuladas por los criadores son de 8.662 millones de pesetas entre el pasado y lo que va del presente ejercicio.
Anuncian un paro indefinido a partir del próximo 14 de diciembre con el objetivo de reivindicar una Ley de Contratación de Integración del Sector Avícola, que a pesar de que el Congreso de los Diputados aprobase por unanimidad instar al Gobierno a ponerla en marcha (4 de junio de 1997) todavía duerme el sueño de los justos. Añoran los productores españoles dicha ley porque es la que regula, con éxito, el funcionamiento del sector en Francia y quieren aplicar en nuestro territorio un modelo similar. Los avicultores franceses (país en el que también operan las multinacionales presentes en España pero allí están sometidas a la Ley de Contratación).

Los productores de pollos franceses perciben una media de 58 pesetas por pollo criado que en este mercado es de 1,9 kilos como demanda el consumidor. El precio es el doble que en España y el peso menor por lo que pueden hacer una crianza más al año (40 días de crianza en Francia, de 48 a 50 en España).

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