Un estudio de un grupo de científicos de Japón, EE.UU. y Canadá relaciona los efectos de la epidemia de influenza que dejó 50 millones de muertos en 1918 con los de la variante H5N1 de la influenza aviar, enfermedad que, según dice, hará desaparecer a comunidades enteras de seres humanos.
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Un estudio de un grupo de científicos de Japón, EE.UU. y Canadá
relaciona los efectos de la epidemia de influenza que dejó 50 millones
de muertos en 1918 con los de la variante H5N1 de la influenza aviar, enfermedad
que, según dice, hará desaparecer a comunidades enteras de seres
humanos.
Para desarrollar esta investigación, que publica en su último
número la revista Nature,
los científicos infectaron varios macacos con una reconstrucción
del virus de la llamada "influenza española", a la que llegaron
gracias a los genes extraídos de tejidos de algunas víctimas de
esa pandemia que diezmó la población mundial en 1918.
Las pruebas hicieron ver que la reacción salvaje y descontrolada del
sistema inmunológico de los macacos, que destruyó sus pulmones
en pocos días, era similar a la ocurrida en las 161 personas que han
muerto desde 2003 a causa de la influenza aviar.
"Lo que vemos con el virus de 1918 en los monos infectados es también
lo que vemos con los virus H5N1", insiste el profesor Yoshihiro Kawaoka,
que forma parte de este grupo investigador, que prevé que esta variante
de la influenza aviar origine una pandemia mundial de las mismas dimensiones
de la que tuvo lugar en 1918.
Los expertos creen que es sólo cuestión de tiempo que el virus
mute o se combine con algún otro tipo de variante para exterminar a comunidades
enteras, y recuerdan que si esto no se ha producido aún es porque todavía
el virus no puede transmitirse fácilmente de un ser humano a otro.
"Nuestro análisis revela potenciales mecanismos de virulencia, lo
que esperamos que nos ayude a desarrollar nuevas estrategias antivíricas
para ganarle la partida al virus y moderar la respuesta inmunológica",
comenta Michael Katze, experto en microbiología de la Universidad de
Washington en Seattle (EE.UU.).
Un laboratorio de Canadá con altas medidas de seguridad fue el lugar
donde se desarrolló el estudio, en que participaron siete monos que mostraron
síntomas en menos de 24 horas y a los que hubo que sacrificar 8 días
después.
Los científicos creen que el virus produce rápidamente algo, en
el organismo que lo alberga, que le permite crecer a un ritmo extraordinario,
mecanismo que, por el momento, no han desentrañado los científicos.
EFEAGRO

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