El precio del huevo volvió a subir ayer, lunes 21, en la Llotja de Reus por segunda semana consecutiva, situándose en las 173 pesetas la docena -de la categoría L-, cinco más que la semana anterior. Los avicultores respiran tranquilos al ver que el huevo -que en España mueve diariamente, en origen, cerca de 300 millones de pesetas- se sitúa ya por encima de los costes de producción tras dos años de crisis. Las previsiones son optimistas, pero los productores estiman que para recuperar las pérdidas sufridas necesitan mantener estos precios durante al menos medio año.
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Las claves de la recuperación del sector hay que buscarlas en la regulación de la producción debido a la crisis sufrida -hay menos huevos en el mercado-, sumada al incremento de las exportaciones y a la demanda de huevo para industria, según las valoraciones que se desprenden de la mesa de precios de la Llotja de Reus. La opinión de los productores consultados es que, después de los incrementos de precios registrados estas dos últimas semanas, la cotización se estabilizará y esperan mantener las tarifas durante al menos medio año, para poder sufragar los 10.000 millones de pérdidas registrados en 1999 a escala estatal.

En los últimos años el sector ha sufrido una reestructuración importante, producto de la tecnificación de las granjas. La mecanización y la aparición de nuevas técnicas avícolas ha ido en detrimento de las explotaciones familiares, que se han visto incapaces de afrontar las inversiones necesarias para actualizar sus instalaciones.

En 1996, el precio del huevo se situó en unos niveles sin precedentes. Los grandes productores decidieron ampliar sus granjas y la sobreoferta provocó una caída en picado de las cotizaciones. Según la Associació de Productors de Catalunya SAT (Societat Agrària de Transformació), la docena de huevos de calidad L llegó a alcanzar las 145 pesetas. La bonanza se mantuvo durante 1997 y parte de 1998, pero en septiembre de este último año los precios cayeron en vertical. En junio de 1999 la crisis de las dioxinas en Bélgica acabó de rematar al sector y la cotización se situó en 40 pesetas la docena, una cifra muy por debajo de las 95 pesetas de los costes de producción, según explicó ayer Pilar Miró, gerente de la agrupación.

Las cifras de la entidad contrastan con las facilitadas por la Lloja de Reus. En ese sentido, Miró destacó que «los precios reales de producción en origen están siempre unas 50 pesetas por debajo de la cotización que marca Reus, donde confluyen diversos intereses, entre ellos los de los productores que también se dedican a la distribución».

Ello explicaría porque en un año de crisis, como fue 1999, el precio medio de la docena de huevos según la Llotja se situó en torno a las 116 pesetas, cuando los costes de producción son de unas 95, un dato que puso de manifiesto Anton Casas, de la Granja Avícola Casas y miembro de la mesa de precios de la Llotja.

Casas, igual que Miró, prefiere las cotizaciones de la Llotja de Bellpuig, que considera más reales, mientras que otros grandes productores, como Agustí Roig, se inclinan por las de la capital del Baix Camp, porque «aunque tampoco sean totalmente reales, marcan tendencias». En cualquier caso, las cotizaciones de Reus sirven de referencia para un 75% de los operadores españoles.

Así pues, en España la Llotja de Reus mantiene un peso histórico que no se corresponde con el papel actual del sector, teniendo en cuenta que la producción actual de las comarcas de Tarragona supone, únicamente, el 6% de la estatal -se sitúa alrededor de 810 millones de huevos al año-, según datos del Departament d’Agricultura de la Generalitat.

En relación al precio final, la mayoría de productores opina que la subida de precios en origen no debería repercutir en el bolsillo de los consumidores, «igual que tampoco lo notaron cuando la docena cayó hasta 40 pesetas hace medio año», indica Miró. Productores como Casas o Roig consideran que lo que paga el consumidor debería ser más flexible a las subidas de precio, teniendo en cuenta que el precio ya es muy bajo. «La gente se gasta 150 pesetas en un café y luego se queja de pagar algo más de 200 pesetas por una docena de huevos que le solucionan la comida de varios días», comentó Roig

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