Investigadores británicos y españoles han conseguido secuenciar el primer genoma mitocondrial completo de una especie ya extinguida, el moa, la mayor ave que ha habido en la Tierra, similar al avestruz, pero de más de 3 m de altura.
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Investigadores británicos y españoles han conseguido secuenciar el primer genoma mitocondrial completo de una especie ya extinguida, el moa, la mayor ave que ha habido en la Tierra, similar al avestruz, pero de más de 3 m de altura.

El equipo, liderado por el Dr. Alan Cooper, de la Universidad de Oxford, en el que participan los investigadores Carles Lalueza, de la Universidad de Barcelona, y Jeremy Austin, del Museo de Historia Natural de Londres, ha conseguido las primeras secuencias completas del genoma mitocondrial de dos especies de moa, aves gigantes que las extinguieron hace más de 500 años en Nueva Zelanda.

Según el Dr. Lalueza, con esta investigación, que ha durado 2 años, esto se ha conseguido a través de la recuperación de cien fragmentos de ADN a partir de trozos de huesos de las patas del moa, «tratándose de un estudio que tiene interés desde un punto de vista evolutivo, ya que nos permite entender mejor la genealogía de este tipo de aves, las ratites, que agrupan a especies que perdieron la capacidad de volar como el avestruz, el emú, el ñandú o el kiwi». De este modo, apunta Lalueza, «aunque se pensaba que el moa se hallaba muy próximo desde un punto de vista evolutivo al kiwi, todo parece indicar que aquél llegó a Nueva Zelanda hace 80 millones de años, mientras que éste lo hizo en torno a los 68 millones de años».

El genoma mitocondrial, recuerda Lalueza, es el material genético que hay en las mitocondrias, pequeños órganos celulares localizados en el citoplasma y que proporcionan energía para el metabolismo de la célula. Pero cuando se le plantea la posibilidad de volver a crear una especie ya extinguidas, Lalueza subraya que el ADN mitocondrial es «una pequeña molécula formada por una doble hélice circular con unas 16.500 parejas de bases, que representa el 0,0005% de toda la información genética que contiene el genoma nuclear, formado por unos 3.000 millones de nucleótidos y que para recuperar todo el material genético se necesitarían años y recursos infinitos y, además, un citoplasma».
A estas dificultades, agrega el científico barcelonés, se añadirían otros problemas técnicos como no tener la estructura en cromosomas de los genes, ni las proteínas presentes en el óvulo que se encargan de regular la expresión de los genes durante el desarrollo embrionario.

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