En la primavera de ese año, un escándalo similar al causado ahora en Alemania por la contaminación de huevos y carne de broiler tuvo lugar en Bélgica, afectando a granjas belgas, francesas y alemanas. Un estudio de una universidad canadiense ofrece las claves en las que se basó la gestión del problema, unas conclusiones que podrían ayudar a resolver el caso actual
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El informe de la Universidad de Guelph, en Ontario, arroja información sobre la gestión del gobierno belga y la Unión Europea a principios del verano de 1999, cuando se descubrió que se habían introducido las dioxinas a la cadena de suministro belga, incluyendo las exportaciones, a través de grasa animal contaminada utilizada en piensos que se distribuyeron en granjas de Bélgica, Francia y Alemania, que afectaron a gallinas, cerdos y otros tipos de ganado. Las autoridades descubrieron que estos animales ingirieron los piensos contaminados y que por eso se registraron niveles muy altos de dioxinas en carne y huevos. El escándalo que siguió y la destrucción de toneladas de huevos y productos cárnicos, provocaron enormes pérdidas. El gobierno belga apostó por poner a disposición del público numerosos documentos. Sin embargo, tal como el informe de la universidad canadiense indica, el mayor error del Ejecutivo estribó en no hacer público su conocimiento sobre la crisis inmediatamente, lo que motivó que le acusaran de encubrir la noticia. Según el informe, la peor crisis de gestión del gobierno, así como de su estrategia de comunicación, fue el foco de atención de los medios, unido al pobre control de calidad en la alimentación e industria de piensos. Como resultado de esto, no sólo se resintió la confianza en los alimentos, sino también la que la opinión pública tenía en el gobierno y que acabó con la dimisión de dos ministros.

Los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia mayoritariamente con un tono dramático y simplista; esto demuestra que, en una crisis, el nivel de riesgo no es el mayor problema, ya que siempre habrá quien piense que el riesgo es grande e inaceptable. Por eso al Gobierno sólo le quedó la opción de comunicar cómo estaba manejando ese riesgo. En resumen, lo importante en un caso como este es una comunicación rápida de las medidas tomadas ante el problema. Otras estrategias que siguió el gobierno belga fueron más extremas: dimisiones, sacrificios masivos, prohibiciones de importaciones… Lo ideal hubiera sido, según el informe, que el Gobierno hubiera sido el primero en informar sobre la historia, incluso antes de que estuviera confirmada, y demostrar que trabajaba en tomar precauciones.

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