Editorial: El sector avícola, resiliente a la pandemia pero no inmune

Inmersos aun en la pandemia del Covid-19 – y tenemos para rato con ello -, la gravedad de la situación nos mueve a tratar de nuevo sobre ello, por más que preferiríamos dejarlo de lado a fin de abordar otros temas más agradables.

Sin embargo, lo difícil es hacerlo adecuadamente pues el bombardeo de noticias de muy diferentes fuentes, nacionales, europeas y americanas principalmente, es continuo y ahora ya más que nada sobre el “desconfinamiento” y sus efectos sobre la economía, en general muy graves para todos los sectores. Pues la realidad es que todos vivimos en una “rueda” que no para de girar y por más que a veces pensemos en que la caída de un sector no nos afecta, tarde o temprano sí lo hará …

Esto es lo que está ocurriendo, por ejemplo, con los productos avícolas, tras el “boom” de las compras masivas en los mercados detallistas de los comienzos del confinamiento y, en contrapartida, con la caída brutal de las del canal HORECA, afectado por el cierre total de la restauración. Y aquí hay que diferenciar a los dos principales sectores avícolas, el del huevo y el de la carne de ave, aunque no olvidando a un tercero, el de las producciones avícolas alternativas – patos, pintadas, codornices, etc. -, éstas sí gravemente afectadas por tener su salida habitual a través del sector de la restauración, ahora bajo mínimos.

Yendo al sector del huevo, en España y la Unión Europea, puede verse que, por ahora al menos, pese al ya previsible aumento de la producción, en general, la demanda del mercado detallista ha sido sostenida y los precios ligeramente al alza. Otra cosa son los ovoproductos, con una salida problemática por su destino principal hacia la restauración.

Muy diferente es la situación en el sector de la carne de ave – pollo y pavo -, afectados no ya solo por el cierre que ha tenido el canal HORECA sino porque las condiciones de seguridad en el trabajo de los operarios de los mataderos, impuestas por el Covid-19, están originando una baja actividad de los mismos, con las lógicas consecuencias sobre la retirada de las aves de las granjas.

Se trata, como puede suponerse, de una “reacción en cadena” que, en dependencia del momento en que ha tenido lugar la última entrada de pollos en las granjas, ha afectado ya, o puede afectar en el futuro a muchos criadores, bien por un retraso en la retirada de los mismos, por la entrega de un menor número de pollitos para la siguiente crianza, por un cambio en la política de los “clareos”, etc.

Por otro lado, bajo un punto de vista administrativo, a fines de abril la Generalitat de Cataluña pidió al Ministerio de Agricultura la retirada de inmediato de unas mil toneladas de carne de ave del mercado a fin de evitar una caída importante de precios debido a la superproducción que se registra a causa de la menor actividad de los mataderos. Con ello se ha sumado a una declaración de Propollo de unos días antes reclamando por una parte al Ministerio ayudas económicas para el congelado y almacenamiento en frío de canales de aves y, por otra, a la Comisión Europea para que ésta tome las medidas necesarias en torno a la importación de carne de ave de otros países.

En fin, una situación muy complicada para este sector, tanto o más necesario que otros de la producción cárnica, para una población que requiere una fuente de proteína tan valiosa como es el pollo.

Para saber más:

-. Noticias de Avicultura.COM sobre las repercusiones de la pandemia del Covid-19 en la Industria Avícola

 

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