Editorial: La guerra de Ucrania, la inflación y la avicultura

Inmersos en la canícula veraniega al ponernos a redactar este texto, permítasenos que, por una vez, nos ocupemos de temas de interés general, aunque sin olvidar nuestro trasfondo avícola, por el interés de nuestras principales producciones, huevos y carne, en la economía global.

Porque, hoy por hoy, el tema que más nos preocupa, aparte de las connotaciones de la guerra de Ucrania o los últimos coletazos de una pasada pandemia, es esa inflación ya de dos dígitos (y no nos atrevemos a concretar una cifra, a fin de que ésta no haya quedado obsoleta al publicarse este número) que últimamente no ha parado de crecer. Y que, pese a los burdos intentos del ejecutivo de achacarla solo a la guerra de Ucrania, es evidente que sus causas iniciales son anteriores, con unas reservas mundiales de cereales bajo mínimos, un alza de los fletes mundiales, una falta de algunos componentes básicos para las industrias (¡Ay el papel de China, de la que tiene que depender el mundo!), una excesiva dependencia de la errática política de Estados Unidos hacia Europa en general, etc.

Bien sabemos que todo ello es un conjunto de circunstancias que, al final, han aflorado en lo que tenía que haber sido previsto por los economistas y que, al final, la guerra de Ucrania ha hecho brotar y multiplicado sus efectos.

Pues aún habiéndose solventado últimamente en parte el bloqueo a las exportaciones de grano de este país, que ya habían repercutido en un encarecimiento desorbitado en el coste de los alimentos en algunos países africanos y del “tercer mundo”, con la hambruna correspondiente, no dejan de pender sobre nuestras cabezas y sin que se les halle solución.

Porque, por otra parte, creemos que a la Unión Europea le ha salido el tiro por la culata con lo que esperaba tras la aplicación, hace unos meses, de una serie de sanciones a Rusia y su endurecimiento posterior. ¿Es que no se tuvo en cuenta que la llave del suministro de gas a la Unión Europea la tenía este país? Y, para colmo de absurdos, también se olvidó que, atenazada en este país la libertad política y con una opinión popular favorable a su presidente, al final fuésemos en general los europeos quienes tuviésemos que pagar la factura de otras fuentes de energía (Argelia, EE.UU., etc.), que, mientras, se han frotado las manos, ante nuestra dependencia exterior…

Con la opinión de algún comentarista de que la actual situación económica de la Unión Europea es lo más grave que ha ocurrido en este continente desde la II Guerra Mundial, en España concretamente, las medidas adoptadas por el Gobierno en relación con la situación, al mismo tiempo que frente al cambio climático, creemos que han sido más de “cara a la galería” que de interés general. Como no sea para identificar más fácilmente a quien no use la corbata antes de que abra su boca para criticar a los que comemos carne por atentar contra el sostenimiento de nuestro planeta …

Y, al final, en medio de tanto desatino, se halla el sector avícola sobre el que al menos podemos tener la seguridad de que nuestros productos seguirán siendo no ya solo una de las fuentes proteicas más interesantes con que cuenta la humanidad sino unos artículos netamente deflaccionarios.

 

 

Federico Castelló
Real Escuela de Avicultura

 

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