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Un equipo de científicos de las Universidades de Amberes y Gante -Bélgica- ha realizado un estudio para investigar los mecanismos que permiten a los gallos y a las gallinas salir ilesos al escuchar sus propios cantos, publicando ahora sus resultados en el número de diciembre de la revista Zoology.

Según el mismo, el canto de un gallo puede superar unos 140 decibelios, más de lo que el oído humano puede soportar al considerarse ensordecedores pues si se mantienen en el tiempo pueden provocar estrés, falta de atención o irritabilidad nerviosa, entre otras alteraciones.

Para el desarrollo del estudio colocaron grabadoras en las cabezas de tres gallos, cuyos cantos alcanzaron, de media, 130 decibelios, aunque en el caso del mayor de ellos su canto superó los 140 decibelios.

El resultado de la investigación dejó boquiabiertos a los expertos, pues advirtieron como estos animales “bloqueaban” momentáneamente sus oídos al abrir el pico para cantar. Según constataron, cuando el pico del gallo estaba completamente abierto y el nivel de presión sonora era máximo, los conductos auditivos externos del mismo se cerraban por completo para proteger el tímpano.

Según el estudio, los gallos bloquean momentáneamente sus oídos al abrir el pico para cantar

También comprobaron que el canto de los gallos no dañaba el oído de las gallinas que convivían con ellos, pues la intensidad del sonido disminuye muy rápidamente a medida que nos alejamos del punto de emisión. No obstante, de morir las células ciliadas receptoras del sonido, estas, en el caso de las aves y a diferencia de lo que ocurre con los mamíferos, se regeneran rápidamente.

Tras el hallazgo, los expertos sugieren que los gallos con cantos más potentes son los que más éxito tienen entre las hembras y que por ello el bloqueo de los canales auditivos es una consecuencia directa de la selección natural.

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