El papel del ser humano en los brotes de enfermedades de las aves domésticas

A lo largo de los últimos 20 años el sector avícola comercial ha crecido considerablemente en la mayoría de los países, lo que ha conllevado que con el aumento de tamaño y la complejidad de las granjas – de broilers, ponedoras y reproductores -, sus directivos se han visto obligados a dedicar más esfuerzos en la prevención de enfermedades.

El riesgo de enfermedades sigue siendo una preocupación importante para el sector avícola y no hace falta mirar hacia atrás para ver la reciente crisis de la influenza aviar y los efectos de una enfermedad en la rentabilidad.

El movimiento de las personas – por ejemplo, los mismos empleados de las granjas y los visitantes – y el de las aves, los huevos y los piensos entre las granjas ha significado que el potencial de propagación de enfermedades sigue siendo significativo.

 

El objetivo de este artículo es centrarse en el papel que las personas pueden desempeñar en la aparición de enfermedades y lo que se debe hacer para reducir o minimizar los efectos de este factor de riesgo.

 

El ser humano, el principal culpable

Los seres humanos, en contacto directo o indirecto con las aves domésticas, son la principal vía de introducción o propagación de enfermedades entre las granjas avícolas.
La movilidad, el trabajo – como empleado, gerente o veterinario -, la curiosidad, la falta de conocimientos y la negligencia son algunos de los factores que pueden contribuir a la propagación de enfermedades humanas.

Se ha demostrado que en más del 90 % de los casos, las personas son la causa de la transmisión de enfermedades entre las granjas avícolas.
En otras palabras, más del 90 % de las rupturas en la bioseguridad son el resultado de la actividad humana.

Por lo tanto, si se centra la atención en el control del movimiento de las personas, el resultado puede ser una reducción significativa de los problemas de enfermedades.

 

Las visitas a la granja

Se sabe que los brotes de enfermedades en las granjas avícolas siguen el camino de un visitante o un empleado descuidado. Como el comercio mundial y los viajes son habituales, esto puede facilitar una propagación aún más amplia de las enfermedades.

Una persona puede visitar una granja, que quizás esté infectada, por la mañana y luego otra en otra, en diferente lugar del mismo país o de otro, sólo unas horas más tarde. Y la mayoría de los agentes de enfermedades pueden sobrevivir durante este período de tiempo….

Por ejemplo, se ha demostrado que el virus de la enfermedad de Newcastle puede sobrevivir durante varios días en la membrana mucosa del tracto respiratorio humano y aislarse del esputo. Por tanto, todas las personas que viajan deben ser conscientes de esto y tomar precauciones para prevenir la introducción de enfermedades en sus propias granjas o en las de sus cliente.

 

La bioseguridad y los jefes

Los gerentes, supervisores y propietarios son conocidos por romper las mismas reglas de saneamiento que requieren de todos los empleados pues los vectores de enfermedades no respetan la autoridad ni la propiedad.

Todos los visitantes, independientemente de su posición en la empresa, deben seguir el protocolo prescrito que a menudo requiere cambiarse de ropa, pasar por una ducha, o ponerse un mono de trabajo y botas desinfectadas. Las medidas de bioseguridad deben aplicarse a todos dentro de una empresa.

 

Los equipos de trabajo, viajeros continuos

Algunas granjas avícolas requieren el uso esporádico de un equipo de trabajo. Por lo general, hay dificultades para encontrar un equipo disponible que conozca las aves debido a que los que prestan servicios a muchas granjas avícolas diferentes ya están contratados.

Como sus efectivos suelen ir de una granja a otra, la posibilidad de propagación de enfermedades es elevada porque no han sido capaces de tomar las precauciones de descontaminación necesarias. Por ello, lo mejor es capacitar al propio personal de la granja para que haga la mayor parte del trabajo como sea posible y limitar la contratación de los equipos exteriores sólo a aquellos momentos en que no haya alternativas disponibles.

 

Las granjas vecinas, una amenaza constante

Una fuente común de infección en una granja es el brote de una enfermedad en una granja vecina. Siempre es aconsejable evitar visitar las granjas vecinas cuando se está produciendo un brote de enfermedad en la zona. Limitar el contacto con otras granjas avícolas es importante, pero aún más crítico cuando se produce un brote de enfermedad.

Tener presente que, a menudo, las aves pueden parecer normales, pero en realidad están en las etapas de incubación de una enfermedad. Estas aves están diseminando organismos patógenos durante un período de tiempo antes de presentar realmente síntomas de la enfermedad. Por lo tanto, es aconsejable tratar todas las granjas como contaminadas, incluso aquellas donde las aves parecen saludables.

 

Las aves de corral y mascotas en el traspatio

Las aves que se mantienen como mascotas o para suministrar huevos o carne a nivel doméstico son capaces de transportar y transmitir enfermedades a las granjas avícolas comerciales. Otra fuente de propagación de enfermedades está relacionada con las peleas de gallos, habituales en muchas partes del mundo.

Como algunos empleados de granjas comerciales podrían estar involucrados en ello y, por lo tanto, introducir una enfermedad grave en su lugar de trabajo, deberían ser especialmente cautelosos sobre sus contactos con estas aves y las mascotas ya que todas ellas pueden ser portadoras asintomáticas de patógenos. Un trabajador descuidado o despreocupado puede causar un brote de enfermedad que podría poner en peligro los puestos de trabajo de muchos otros.

 

El lavado de manos, una necesidad

Las manos humanas contaminadas con un organismo patógeno pueden propagar las enfermedades de un lugar a otro. Con el fin de evitarlo, los servicios de lavado de manos deben estar disponibles para sugerir un lavado frecuente de las manos antes de entrar y después de salir de un gallinero.

Las investigaciones en un hospital han demostrado que, a medida que aumentaba el acceso al lugar de lavado de manos, las personas se volvían más propensas a hacerlo.

Las manos deben lavarse con un producto eficaz que no seque la piel ni cause irritación de la misma. Se trata de un procedimiento simple, pero puede desempeñar un papel importante para prevenir la propagación de enfermedades.

 

Reuniones de grupo y seminarios técnicos

Al asistir a reuniones o seminarios esenciales donde se congregan grupos de personas que tienen acceso a las aves de corral, tener en cuenta lo siguiente:

Ducharse y cambiarse siempre de ropa y calzado antes de asistir a las mismas.
Ir con un vehículo diferente del utilizado en la granja.
Al regresar, desinfectar el vehículo y cambiarse de ropa y calzado.

Estas precauciones reducirán en gran medida el potencial de introducción de enfermedades en la granja.

 

Control médico periódico de los empleados

Todos los empleados de la granja deben informar a su supervisor cuando sufren de problemas gastrointestinales. El empleado debe someterse a un examen médico y no se le debe permitir volver al trabajo o tener contacto con las aves hasta que se recupere por completo.

En algunos países, el sector requiere el monitoreo periódico de los empleados para la prevención de salmonelas. Pero como esta prueba puede ser controvertida en otros no se practica ampliamente.

 

Medidas preventivas esenciales: Puntos a recordar

  1. No entrar en los gallineros a menos que sea absolutamente necesario.
  2. Todos los visitantes aumentan el riesgo de introducción de enfermedades en la granja.
  3. Disponer de un libro de visitas para documentar a cualquier persona que entre en las instalaciones. Se trata de un buen método para ayudar a controlar el tráfico de personas y vehículos y ayudar a identificar al culpable de introducir una enfermedad.
  4. Si alguien quiere visitar la granja, confirmar que no ha visitado ninguna otra durante al menos unos días antes.
  5. Todas las personas que requieran entrar en la granja deben quitarse la ropa y los zapatos de la calle, ducharse
    por completo y ponerse un gorro, un mono de trabajo y botas de goma proporcionadas por la granja. Estas prácticas son normales durante un brote de enfermedad, pero a menudo se olvidan poco después.
  6. Todo el mundo debe desinfectar su calzado y lavarse las manos antes de entrar y después de salir de cada nave.
  7. Practique la «ducha dentro – ducha fuera» entre granjas.
  8. No lleve materiales y equipos que no sean necesarios o que no se desinfecten fácilmente en los gallineros.
  9. Todo el equipo necesario entrado en una granja desde el exterior debe ser descontaminado.
  10. Considerar la posibilidad de mantener un programa de educación continua para los empleados sobre la prevención
    y control de enfermedades, incluso cuando no hay problemas. El hacerlo a posteriori tiene poco valor.
  11. Investigar a todos los trabajadores en lo posible para asegurarse de que no tienen contacto con aves fuera de su trabajo.
  12. No permitir que el personal tenga aves domésticas o de compañía en casa, especificándolo en el contrato de trabajo, así como un despido inmediato si se viola.
  13. Disuadir al personal de la granja de traer carne fresca – especialmente de ave – y huevos para su almuerzo.
  14. Planificar las visitas a las granjas para ver que los lotes más jóvenes antes que los más viejos. Sin embargo, si se sabe que un lote más joven tiene problemas de enfermedad, debe visitarse en último lugar y se debe realizar una descontaminación completa antes de nuevas visitas a la granja.
  15. Disuadir las reuniones de empleados de diferentes granjas de una empresa.
  16. Alentar a los empleados para que tomen su almuerzo dentro de la granja. El ir en coche y en grupo a restaurantes y contactar con otros trabajadores aumenta la posibilidad de propagación de enfermedades. Las granjas mayores incluso han comenzado a proporcionar el almuerzo en ellas a sus empleados.
  17. La visita de granjas vecinas por los empleados debe estar estrictamente prohibida.

 

 

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