La avicultora chilena que apuesta por huevos de gallinas sin jaulas
El cacareo se hace cada vez más fuerte al acercarse a un par de grandes galpones blancos en el fundo Porvenir, en San Carlos, en la Región de Ñuble, Chile. Dentro hay unas 30 mil aves, robustas y de color café, que se mueven, vuelan, se revuelcan en el piso y se acercan curiosas a picotear suavemente las piernas de las personas que las visitan.
Es el plantel de Huevos La Castellana, el área que entre 2017 y 2018 inició la Avícola Coliumo para producir a escala industrial huevos de gallinas libres de jaulas, siguiendo estándares internacionales de bienestar animal, con el objetivo de orientar a la empresa hacia una producción más sustentable.
- Antonia Reyes es parte de la tercera generación familiar en la avícola chilena Huevos Coliumo. Con solo 24 años, impulsa un nuevo sistema productivo traído desde Europa, con el eje central puesto en el bienestar animal, sin usar jaulas.
- Con 60 mil gallinas, la joven también se enfoca en la sustentabilidad o sostenibilidad: reutiliza los desechos como abono para producir maíz, incorpora energía solar para el funcionamiento de la planta y quiere llegar a ser neutra en carbono.
La impulsora de esta nueva área dentro de Coliumo —que comercializa en Chile huevos desde hace 50 años, utilizando el sistema tradicional, con gallinas enjauladas— es la veterinaria Antonia Reyes, de 24 años, quien como gerenta de producción y creadora de La Castellana, representa a la tercera generación familiar en la empresa.
Mientras sostiene en brazos a una de las gallinas de plantel, dentro del galpón, cuenta que como vivió hasta los 12 años en el campo, muy cerca de las instalaciones donde estaban las aves y en contacto con ellas a diario, su idea siempre fue verlas felices y libres, lo que la motivó a estudiar veterinaria en la Universidad de Concepción y a viajar por el mundo para buscar una alternativa.
“Pensamos en ser free range, pero nos dimos cuenta de que tener a las gallinas con acceso al exterior era muy peligroso, por el tema sanitario y la mayor tasa de mortalidad que presentaban, por lo que viajé a Europa y Estados Unidos a ver las tendencias de allá, y así llegamos al modelo que usamos, que son los aviarios de multinivel”, explica.
Antonia Reyes, la única de las tres hermanas que sigue ligada a la empresa familiar, resalta que para concretar el proyecto ha sido clave la visión y el apoyo de su padre, Felipe Reyes, gerente general de la Avícola Coliumo. Y, aunque prefiere no dar a conocer el monto de la inversión, afirma que la instalación de este tipo de planteles es cinco veces mayor que en uno tradicional, y que es el modelo con el cual la Avícola Coliumo pretende seguir creciendo.
“Hoy ya tenemos 60 mil gallinas, porque las ventas subieron muy sustancialmente y nos vimos obligados a duplicar la producción. La idea que tenemos como empresa es que el crecimiento sea en esta línea, con este sistema, y no con los huevos de jaula”, proyecta.
Producir sin jaulas
Las gallinas se acercan apenas aparece alguien dentro del galpón. A este solo pueden ingresar hasta seis personas al mismo tiempo, para evitar que se estresen. Por lo mismo, también se intenta que en el exterior, los ruidos de los tractores o máquinas sean los mínimos y duren un tiempo breve, para así cuidar el bienestar de las aves.
Si bien al mediodía, en un día después de la lluvia, al aire libre hace frío, en los galpones el ambiente es agradable. Durante todo el año los climatizan día y noche y con luz artificial simulan estos los períodos diurnos y nocturnos. También tienen sistemas especiales de ventilación para mantener los niveles adecuados de humedad y de presencia de amonio, que si es muy alto, puede provocar enfermedades.
“Es un sistema que tiene todos los elementos para que las gallinas puedan desarrollar sus comportamientos naturales, como las perchas —unos fierros redondos—, que simulan las ramas de los árboles; las camas con viruta, para que se den baños de arena y se rasqueteen, y una baja densidad, para que puedan correr y aletear”, detalla Antonia Reyes, y añade que la densidad es de nueve gallinas por metro cuadrado, frente a las 16 que tiene un sistema de jaulas.
Además, las aves solo están separadas en grupos o lotes de cinco mil animales por una reja y puertas metálicas, y tienen tres niveles de altura para moverse libremente. En el primer y tercer piso están los comederos y bebederos, con unas pequeñas llaves que les entregan agua fresca, y en el del medio están los nidos, en un espacio más pequeño, protegido por unas gomas delgadas de color naranja y menos luz, donde ponen los huevos.
“Se eligió este sistema por varias razones. Una es porque las gallinas siempre prefieren estar en la parte alta, por su naturaleza, lo que se les permite hacer, a diferencia de otros sistemas libres que son solo de un piso. Además, permite tener más gallinas por instalación, y eso lo hace económicamente más rentable, pero manteniendo la misma baja densidad de aves”, explica.
Otra de las ventajas del aviario multinivel, que importaron desde Alemania, es que los ponederos son automáticos. Tienen una cinta transportadora a través de la cual el huevo llega directamente al packing después de que lo pone la gallina, lo que mejora su inocuidad y permite asegurar la trazabilidad y frescura del producto, para cumplir el objetivo de tener al huevo en el punto de venta en no más de dos días desde que es puesto por la gallina.
“En los sistemas que no son automáticos, muchas veces el operario no ve el huevo o queda escondido y no se puede asegurar que está fresco. Nosotros aseguramos la frescura, porque también nos hacemos cargo de la logística y abastecemos a supermercados, hoteles y restaurantes entre Valparaíso y Chiloé”, dice Antonia Reyes.
Economía circular
Mientras las aves se agrupan y picotean las piernas, llama la atención la ausencia de olores. La razón, explica la veterinaria, es que las cintas que hay en la parte de debajo de cada nivel, transportan el guano —lo que ayuda a controlar la humedad y los niveles de amonio—, que cae a un pozo, desde donde se retira en camiones para repartirlo e incorporarlo en las 600 hectáreas donde siembran maíz para alimentar a las aves.
“Este es un sistema de economía circular, donde el guano de las gallinas se usa para fertilizar las tierras donde sembramos el maíz, ya que con eso abastecemos cerca del 60% del grano que necesitan durante el año para alimentarse. En general, el guano es el gran dolor de cabeza para las empresas avícolas, pero para nosotros es oro, porque es nuestro fertilizante”, destaca.
Antonia Reyes aclara que tienen un protocolo de incorporación del guano en las tierras que es controlado con tractores monitoreados por GPS, que solo aportan las dosis necesarias por metro cuadrado, para evitar los malos olores.
La otra parte de la alimentación de las aves corresponde a soya, vitaminas y minerales. No les dan proteínas de origen animal, como harina de pescado, lo que hace que los costos sean más elevados que la producción convencional, ya que como las gallinas están en movimiento, tienen un mayor gasto energético.
“El 60% de los costos están asociados a la alimentación”, dice la veterinaria, como una explicación del por qué sus huevos son 30% más caros que los tradicionales.
Certificaciones
Al partir con el proyecto, uno de los temas que preocupaba a la joven veterinaria era demostrar al consumidor que el sistema de producción era realmente centrado en el cuidado de los animales. Por eso, desde un comienzo decidió trabajar para obtener la certificación Certified Humane —representantes para América Latina de Humane Farm Animal Care (HFAC)— que garantiza que los productores cumplen con sus estándares de bienestar animal.
“A mí me motivó el amor hacia los animales. Al comienzo no pensé en cómo se iban a vender estos huevos, pero me preocupaba cómo asegurarle al cliente que estoy produciendo de buena manera. No tuvimos que hacer adaptaciones para tener la certificación, porque el sistema que trajimos de Europa es incluso más exigente, pero es algo que sí da una garantía”, dice.
El bienestar animal no es su única preocupación. También lo son el medio ambiente y las críticas que existen sobre el impacto que tienen los sistemas de producción animal en el entorno y el cambio climático, decidió medir la huella de carbono de la empresa, desde los proveedores hasta poner los huevos en los puntos de venta, con la idea de avanzar para llegar a ser carbono neutral en el largo plazo.
“Gracias al sistema que tenemos de disponer el guano en las tierras, que genera una gran captura de CO{-2}, nuestra huella de carbono resultó ser cinco veces menor que el promedio de las avícolas europeas”, destaca Antonia Reyes, y comenta que hasta ahora es la única empresa avícola de Latinoamérica que ha realizado esta medición.
Aunque el resultado fue positivo, están trabajando en capacitar a los conductores para reducir el uso de combustible, porque fue uno de los puntos más críticos en la revisión, y buscar proveedores de insumos más cercanos, como en el caso de la soya, que sí o sí tiene que importarse.
“También estamos mejorando el packaging. Tenemos un formato a granel, de 180 huevos, donde se usa un envoltorio plástico, y lo estamos tratando de reemplazar por otro material hecho a partir de caña de azúcar, que tiene una menor huella de carbono. La certificación exige avanzar, y en eso estamos trabajando”, asegura.
Chile, un mercado creciente
Impulsado por campañas de promoción y sus propiedades para la salud, el consumo de huevos en Chile ha tendido al alza durante los últimos años. De hecho, al cierre del año pasado llegó a un récord de 230 unidades per cápita, según los datos de Odepa, con lo que se ubica como el quinto mayor consumidor de este producto en América Latina.
Con una producción en torno a los 3.800 millones de huevos al año a nivel nacional, el nicho de los huevos de gallinas libres o felices es acotado y solo representa en torno al 2% del total, con unos 76 millones de unidades, aun cuando su producción se duplicó entre los años 2017 y 2018, de acuerdo con las cifras de la Asociación de Productores de Huevos.
Ese nivel de expansión es uno de los elementos que le permite a Antonia Reyes apostar por el crecimiento a futuro del modelo de producción sin jaulas, que ya corresponde al 13% de la Avícola Coliumo, que en total cuenta con 460 mil aves enjauladas, más las 60 mil gallinas libres de La Castellana.
“Creemos que tenemos bastante potencial. Este tipo de producción está siendo cada vez más conocida, la gente prefiere un huevo libre de jaulas y nosotros tenemos los precios más competitivos del mercado en este segmento, así es que apostamos a que vamos a crecer”, proyecta.
Por ahora, el plan más cercano es llegar a más cadenas de supermercados en Santiago, llegar a grandes empresas, como las productoras de mayonesas, y a nuevos hoteles y restaurantes, aunque ya son proveedores de los Pronto Copec y de las cadenas de hoteles Marriott.
Fuente: Revista del Campo, El Mercurio
Para saber más:
-. Sostenibilidad en Avicultura.Com
-. Los huevos producidos en sistemas libres de jaulas, una tendencia avícola imparable explicada ampliamente en Avicultura.Com
-. La avicultura en Chile
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Etiquetas: -AVÍCOLA COLIUMO • -BIG DUTCHMAN • avicultura en chile • marketing avícola • sostenibilidad en avicultura
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