La federación avícola catalana celebra su asamblea anual

El sector avícola reivindica su modelo organizativo y reclama a la administración catalana que reconozca su valor como sector estratégico.

La relevancia del sector avícola dentro de la economía catalana y la importancia de que se reconozca el valor de su modelo organizativo, que ha sido clave para situar la avicultura como el segundo sector en contribución a la producción final agraria de Cataluña han sido los principales aspectos abordados por la Federación Avícola Catalana (FAC) durante la asamblea general de la entidad, celebrada el pasado 8 de junio en Vilafranca del Penedès y que contó con la presencia de la directora general de Agricultura y Ganadería de la Generalitat de Catalunya, Elisenda Guillaumes, en representación de la Consejera del Departamento.

En el sector avícola existe la percepción de que existe un conocimiento insuficiente de su estructura y del sistema de integración, que hace que las integraciones sean percibidas erróneamente como grandes empresas, incluso por parte de la administración. Esta falta de comprensión dificulta la articulación de propuestas adecuadas para el sector desde las instituciones públicas.

En palabras del presidente de la FAC, Joan Anton Rafecas, “el sistema de integración es un modelo de estructura económica de la avicultura que ha demostrado su validez por su alto grado de eficiencia, competitividad y arraigo en el territorio. Es un modelo que convive perfectamente con una avicultura de base familiar, pero que está altamente profesionalizada y del que forman parte muchas pequeñas explotaciones de todo el territorio.” Rafecas añadió que “la integración de la avicultura ha tenido un papel decisivo en la evolución del sector avícola y nos ha permitido desarrollar un altísimo grado de profesionalización y eficiencia en un tiempo relativamente corto y alcanzar los niveles actuales de calidad, bioseguridad, bienestar animal y sostenibilidad, por lo que es modélico dentro del sector ganadero. Las integraciones establecen sinergias entre integrados e integradoras, donde el beneficio es mutuo, y permiten al sector funcionar de forma eficiente y mantener un crecimiento conjunto, así como unir recursos para alcanzar los retos que afronta.”

Para el sector avícola, es importante que la administración tenga en cuenta cómo es y cómo funciona el sector, para poder dar respuesta a sus necesidades específicas y evitar situaciones como la que se produjo en el año 2020 durante la crisis derivada de la pandemia de Covid-19 en la que no se pudo contar con la ayuda de la misma ni acceder a las ayudas dirigidas a la ganadería.

Otro obstáculo para el desarrollo del sector avícola catalán es la representación insuficiente en los espacios de interlocución con la administración catalana. Su representación actual no se corresponde ni con la realidad del sector ni con su relevancia como actividad estratégica en la economía catalana.

La FAC considera que la administración de la Generalitat tiene pendiente dotar al sector agroalimentario catalán de un sistema representativo más adecuado. El actual sufre de diversas carencias, como la ausencia de la industria agroalimentaria, aparte de la cooperativa, y de las empresas productoras, tanto las que forman parte de integraciones como de otros tipos.

El sector avícola, en concreto, requiere una representación adecuada a su dimensión y estructura, que le permita participar en las estrategias sectoriales del Departamento de Acción Climática. Debido a su escasa presencia en la actualidad, el sector no ha tenido la ocasión de participar en el diseño de la nueva Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea, que se ha abordado recientemente y que podría incluir líneas de apoyo tanto a los avicultores como a la industria avícola.

Liquidez y ayudas para la eliminación de las jaulas en puesta, las necesidades más urgentes.

El sector avícola ha solicitado recientemente al Departamento de Acción Climática una línea específica de apoyo para poder asumir los cambios que supone la eliminación progresiva de la explotación de ponedoras en jaulas, dado que muchas empresas no han completado la amortización de la reconversión de 2012, cuando se sustituyeron las jaulas convencionales por las enriquecidas.

La situación geopolítica actual y el acusado incremento de los precios de las materias primas y de otros costes de producción, están provocando una falta de liquidez a las empresas y a los avicultores. La Administración ha propuesto una línea específica de financiación para aliviar la tesorería que, pese a su urgencia, está tardando en materializarse. La FAC ha pedido a la directora de Agricultura y Ganadería una mayor celeridad para no poner en peligro la continuidad de las empresas.

 

Otros retos de futuro: la influenza aviar, la sostenibilidad y la reconfiguración del sector cárnico.

De entre los numerosos retos a los que se enfrenta el sector avícola, Joan Anton Rafecas quiso destacar la importancia de coordinar esfuerzos con la administración para implantar nuevos sistemas de lucha y control de la influenza aviar altamente patógena, en el menor plazo posible. “La enfermedad aviar es una amenaza que cada vez nos preocupa más pues ha cambiado al haberse extendido tanto geográficamente como en el tiempo y se ha evidenciado la necesidad de nuevas estrategias de lucha. Pedimos a las administraciones trabajar a todos los niveles para desarrollar estas nuevas estrategias lo antes posible, siendo la vacunación la medida que se considera más necesaria para los próximos años y cuenta ya con el apoyo de los representantes políticos de la Unión Europea.”

La sostenibilidad es también un tema clave para los productores avícolas, indicando Rafecas que las empresas avícolas, como parte activa de la sociedad, están comprometidas con la necesidad de una rápida adaptación a los nuevos condicionantes a los que nos obliga el cambio climático y que sus obligaciones se están incrementando de forma exponencial, por lo que es necesario que seamos conscientes de que esta adaptación no implique ni pérdida de capacidad productiva en el país ni pérdida de competitividad.

 

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