Nutrición de las ponedoras: Visión futura

Resumen

El potencial de puesta de las gallinas sigue mejorando y las aves que poblarán nuestras granjas para el 2020 serán capaces de haber producido 500 huevos a las 100 semanas de edad aunque el saber exactamente cómo alimentarlas será todo un reto.

Es posible que las nuevas metodologías genómicas ayuden a superar algunos de los problemas, como la degeneración del oviducto, pero no hay garantía de ello. Aunque el número general de huevos será mayor, el tamaño de las aves permanecerá en gran medida sin cambios y la masa diaria de huevos probablemente será menor. Los requerimientoss de nutrientes bien pueden disminuir y los patrones de alimentación cambiarán.

El reto será mantener la salud de las gallinas y la producción de huevos para la venta, de calidad hasta las 100 semanas de edad, aunque hoy solo podamos especular sobre la forma en que esto se logrará.

 

Introducción

Aunque toda previsión está plagada de dificultades relacionadas con unos datos deficientes e incógnitas desconocidas, en el caso de las gallinas ponedoras esto no es así ya que disponemos de un excelente historial de cómo nuestras aves han mejorado en la última década – tabla 1 -, y una buena idea de lo que se puede esperar en futuros programas utilizados por las principales empresas de reproducción.

Los requerimientos en energía y proteína por unidad de producción se han mantenido inalterados y los diferentes genotipos utilizan componentes dietéticos de manera similar – Morris y Njuru,1990; López y Leeson, 2005; Kimiaeitala y col., 2017 -. El verdadero reto será cómo alimentar a las aves que son conocidas como “de larga vida». Se espera que estas gallinas pongan 500 huevos a las 100 semanas de edad y es probable que ya estén en las granjas para el 2020 – de Keijze, 2014 -. De hecho, algunos informes indican que esto ya se está logrando en la práctica.

Estas aves estarán en producción antes de que tengamos la oportunidad de determinar sus peculiaridades y déficits específicos de nutrientes. Los ensayos realizados en el pasado puede que ya no sean aplicables ya que los genotipos entonces utilizados no son representativos del ave moderna.

Este artículo tratará brevemente sobre los cambios genéticos y cómo alterarán los requerimientos en nutrientes de las gallinas. Más importante aún, se plantearán algunas especulaciones sobre cómo debemos alimentar a las gallinas de larga vida.

 

TABLA 1. Datos históricos sobre las gallinas Hy-Line Brown (*)

Características 2002-2004 2016
Consumo de pienso total en la recría, kg 6 5,75
Peso vivo a 17 semanas, kg 1,43 1,40
Edad al 50% de producción, días 145 140
Peso vivo a las 60 semanas, kg 2,0 1,96
Ingesta de pienso a 60 semanas, g/d 116 112
Puesta a las 60 semanas, % gallina/día 83 85
Nº de huevos/gallina a 60 semanas 249 285
Peso medio del huevo a 60 semanas, g 66,3 63,7
Masa de huevos/gallina a 60 semanas, g/d 55 54,1
Masa total de huevos/gallina hasta 60 semanas, kg 15,4 15,5
Índice de conversación hasta 60 semanas, kg/kg 2,06 1,87

(*) De las Guías de Manejo de Hy-Line

 

Requerimientos según el genotipo

La selección continua para mejorar la producción de huevos es el criterio de selección preeminente aplicado a las gallinas ponedoras, con un aumento anual de dos a tres huevos. El parámetro clave es la mejora de la persistencia, que implica la selección de aves que ponen más series seguidas de huevos – Preisinger, 2018; Rubinoff, 2018 -.

El tamaño del huevo ha disminuido, lo que es una decisión consciente tomada para asegurar la calidad de la cáscara y aunque aumenta con la edad, esto no va acompañado de un aumento proporcional en el peso de esta, lo que conduce a una disminución del grosor de la misma. La producción de masa de huevo ha aumentado durante todo el período de puesta, acompañada de una menor ingesta de pienso, lo que origina una mayor eficiencia alimenticia. El consumo de pienso ha disminuido un 22% por huevo producido en los últimos 20 años.

Los sistemas de producción alternativos añaden una nueva dimensión y las dietas tendrán que ser formuladas para asegurar la ingesta de nutrientes en diferentes condiciones. Las gallinas pueden adaptarse bien a los sistemas alternativos siempre que se les permita consumir el alimento adecuado – Pottgüter, 2013 -.

A primera vista sería fácil suponer que los requerimientos de nutrientes de las gallinas ponedoras han aumentado a medida que mejora la producción de huevos de las manadas. Sin embargo, tener en cuenta que aunque el ave moderna ha sido seleccionada para una mayor persistencia, todavía pone un solo huevo diario. Los requerimientos de nutrientes de la gallina deben ser considerados sobre una base diaria. Dado que nuestras gallinas son al menos del mismo tamaño, y tal vez un poco más pequeñas, con una producción diaria algo menor – ver tabla 1 -, es probable que sus requerimientos diarios en nutrientes hayan disminuido en lugar de aumentar. Según Rubinoff – 2018 -, las aves que veremos en nuestras granjas para 2020 serán un poco más pesadas.

El ave moderna supuestamente consume menos alimento, pero es difícil estar seguro de esto a partir de los datos publicados. Prácticamente, por ejemplo, una gran operación comercial en Sudáfrica, utilizando gallinas Hy-Line Brown, está logrando una ingesta media de pienso de 116 g/d, por lo que es posible que no haya disminuido significativamente.

Las aves que llegan a la producción máxima a veces no son capaces de consumir suficiente pienso, obligándose a recurrir a las reservas de grasa corporal como fuente de energía. Si esto es inadecuado, las manadas exhiben una típica «caída post-pico». Esto representa un problema importante para los actuales genotipos de ponedoras – Pottgüter, 2016 – e impacta en el rendimiento de por vida del ave.

El suministro de piensos de alta fibra y baja densidad ayuda a entrenar a las pollitas jóvenes para tener una mayor ingesta de pienso y garantizar una deposición adecuada de la grasa de la canal. La experiencia práctica nos ha enseñado que poco se puede hacer en las dietas de puesta durante la producción para superar este problema de consumo ya que su origen es durante la crianza. Y como en el caso de los reproductores pesados las dietas altas en proteína durante la crianza iriginan una reducción de la grasa de la canal – Van Emousy col., 2014; Soumeh y col., 2018 -, es probable que exista un patrón similar en las gallinas ponedoras, con lo que su empleo en este período podría ser una estrategia incorrecta a seguir.

 

Requerimientos en energía

Los requerimientoss en energía de las ponedoras seguirán estando impulsados por la necesidad de mantenimiento – determinado por el peso corporal -, la producción de huevos y su cubierta de plumas. Glatz – 1998 – demostró que las ponedoras de huevo marrón mal emplumadas consumían un 19 % más de pienso que las aves con una buena capa de plumas. Durante mucho tiempo se ha entendido que las gallinas ponedoras son capaces de satisfacer sus necesidades de energía simplemente ajustando su ingesta de alimento – Morris, 1967; Kleyn y Gous, 1988 -. Investigaciones recientes indican que este ajuste puede no ser perfecto, y que la ingesta de energía tiende a aumentar ligeramente con niveles de energía dietética más altos. Esto puede o no tener un vínculo con la interacción social o la competencia dentro de las jaulas. Sin embargo, a todos los efectos, es probable que la ponedora del futuro pueda consumir el pienso adecuado para satisfacer sus necesidades energéticas.

La ingesta de energía tiende a aumentar ligeramente con niveles de energía dietética más altos.

Se ha demostrado un interés considerable en el uso de la alimentación dividida, con la ración de la mañana rica en energía y la de la tarde en proteína y calcio. A pesar de esto, las gallinas parecen capaces de regular su ingesta de pienso de las distintas raciones para lograr la misma ingesta de energía y nutrientes que las aves que reciben una dieta única. Y según Traineau y col. – 2015 – puede haber poca ventaja con una alimentación dividida ya que las aves no parecen ser capaces de ajustar su ingesta según una fracción del día.

 

Requerimientos en proteína

Los requerimientos en proteína y aminoácidos son menos bien conocidos, lo que somete al nutrólogo inexperto a opiniones diferentes sobre las cantidades requeridas. Los aspectos que se conocen son:

  • El suministro del nivel correcto de aminoácidos esenciales en la dieta es lo principal. Es poco probable que la inclusión de un mínimo de proteína conlleve un aumento del número de huevos, pero sí su peso. La regla general sugiere que, por cada gramo adicional de proteína que consume un ave el tamaño del huevo aumentará en 1,4 g.
  • Tenemos una idea razonable de cual debe ser el perfil correcto de aminoácidos.
  • Siempre debemos movernos por el beneficio al decidir los niveles de aminoácidos aunque es poco probable que una sola recomendación sea correcta para todas las circunstancias.

El lograr una ingesta adecuada de proteína será un reto menor que lo que cabría esperar ya que es probable que las aves tengan unos menores requerimientos diarios, al mismo tiempo que una mayor capacidad de consumo. El peligro radica en el sobreconsumo de proteína, lo que hace aumentar el peso del huevo, con los problemas consiguientes de calidad de la cáscara. Paradójicamente, la producción de huevos grandes se volverá más difícil porque la capacidad innata de las gallinas para producirlos ha disminuido.

 

Calcio y fósforo

Durante su vida, las gallinas depositarán de 30 a 40 veces más calcio – Ca – en la cáscara que el que tienen en su propio esqueleto. La cáscara se forma en el útero como un proceso extracelular, gobernado por las proteínas responsables del transporte de Ca y por el establecimiento del gradiente de pH necesario para la formación de cristales. Algunas proteínas se secretan e integran en la cáscara, donde regulan el proceso de calcificación y pasan a formar parte de la matriz orgánica de la misma. Unos 5,5 g de carbonato cálcico se depositan en cada cáscara en un período de 17-20 horas, lo que representa uno de los procesos de biomineralización más rápidos conocidos. El contenido de fósforo – P – de la cáscara es pequeño 20 mg – en comparación con su contenido en el huevo – 120 mg -.

Durante las últimas etapas de la recría, Ca y P se depositan en el hueso medular mientras que durante el ciclo de puesta el Ca se “retira”’ del esqueleto. Las intervenciones tempranas estimulan el desarrollo óseo durante la etapa de cría. Según Neijat y col. – 2018 -, las aves criadas en aviarios, a diferencia de las de jaulas, tienen un peso óseo total más elevado, aunque los niveles de nutrientes del pienso pueden ser menos importantes que el manejo. Y por otra parte, Jing y col. – 2018 – han demostrado que una alimentación baja en P – aunque sin contener fitasa – no tiene ningún efecto sobre los parámetros del crecimiento o las características óseas.

La madurez del hueso medular comienza cuando los niveles de estrógenos aumentan al inicio de la madurez sexual cuando cambia el color de las barbillas – y se completa con unas 30 semanas de edad. La magnitud de los requerimientoss diarios de Ca no puede ser satisfecha solo por fuentes dietéticas, forzando a la gallina a un ritual diario de remodelación ósea. Independientemente del suministro dietético de Ca, las gallinas utilizan esta reserva para suministrar hasta 1 g de Ca al día – Leeson, 2017 -. Durante la formación de la cáscara, el 60–75% de Ca la cáscara es de origen dietético y el resto se extrae de las reservas esqueléticas. Si no hay suficiente reserva ósea, la calidad de la cáscara disminuye con bastante rapidez. Los problemas de agotamiento de Ca en el ave pueden tener más relación con la insuficiencia metabólica del mismo que con una deficiencia dietética – Fosnaught, 2009 -.

La nutrición mineral es complicada porque las gallinas son capaces de utilizar los minerales de manera diferencial, dependiendo de su nivel dietético. Clunies y col. – 1993 – fueron capaces de medir la retención de Ca en las ponedoras en un 36-62 %, dependiendo del nivel de Ca en la dieta. A menudo se cree erróneamente que sólo el Ca del pienso tiene alguna relación con la calidad de la cáscara. Por lo tanto, cuando surgen problemas de calidad de ésta, es tentador aumentar el Ca de la dieta por medio del carbonato cálcico, con lo que se puede observar una mejoría, pero muchas veces ninguna. Un aumento de Ca a final de la puesta puede aumentar la fuerza de la cáscara y la fortaleza ósea si el ave conserva los niveles adecuados de Ca en el hueso medular. Pongmanee y col. – 2018 – han demostrado que suplementar las dietas de puesta con 600 FTU de fitasa – el doble del nivel normal – aumentó la fortaleza ósea y previno la pérdida ósea durante todo el ciclo de puesta.

Cuando surgen problemas de calidad de ésta, es tentador aumentar el Ca de la dieta por medio del carbonato cálcico, con lo que se puede observar una mejoría, pero muchas veces ninguna.

Los broilers pueden adaptarse a los retos provocados por un bajo Ca dietética mejorando la ingesta del mismo al final de su engorde. Esta mejora se logra mediante la modulación de ciertos genes que codifican los transportadores intestinales de Ca y P Rousseau y col., 2016 -. Leeson – 2017 – sugiere que el mismo fenómeno puede existir en las ponedoras, basado en el hallazgo de Ieda y col. – 1999 – de que el suministro de una dieta baja en Ca duplicó los niveles de proteína ligada al Ca en el intestino. Si una gallina joven recibe demasiado Ca – no se requiere más de 3,5 g/día -, el sistema de admisión de Ca parece perder su capacidad de ser más eficiente frente al aumento de la demanda. Este aspecto es de particular importancia cuando se alimentan gallinas durante una larga producción, cuando las mismas están obligadas a ser más eficientes en utilizar el Ca.

La fuerte interacción entre Ca y P no puede ser ignorada. Las dietas bajas en P disponible conducen a una concentración reducida de éste en sangre, lo que estimula la síntesis del metabolito activo de vitamina D3, l.25(OH)2. Esto a su vez estimula la absorción intestinal de P y Ca, incluso cuando los niveles de Ca en la sangre son normales – Wideman, 2015 -. Se han investigado niveles sustancialmente más bajos de P dietético que los utilizados habitualmente en las dietas comerciales – Snow y col., 2005 -. Lambert y col – 2014 – han encontrado que una ingesta de P de 2,6 g/kg es adecuada hasta 65 semanas de edad y que después es necesario aumentar hasta 2,8 g/kg. Ambos valores son mucho más bajos que las recomendaciones de Hy-Line – 2014 -. Ahmadi y Rodehutscord – 2012 – indican que la adición de fitasa – 300 FTU/kg – permite reducir los requerimientos en P de la ponedora.

 

Alimentación para una larga puesta

A las 80 semanas de edad, se estima que una gallina ha producido 24,1 kg de huevos, con 7,1 kg de yema y 2,1 kg de cáscara – Hy-Line, 2016 -. En este punto, podríamos esperar que el ave produjera un huevo al día – las mejores gallinas ya lo logran – durante otras 20 semanas.

El alimentar a las gallinas para una larga vida es un reto y el mayor obstáculo será mantener un huevo de calidad, tanto con respecto a sus características internas como a las de la cáscara. Mediante genómica los seleccionadores serán capaces de abordar los problemas de disminución de la calidad del albumen, del color de la cáscara, de la fuerza de rotura de esta, de la calidad ósea – aunque esta sea difícil de medir – y, lo que es más importante, del peso y la eficiencia del oviducto – De Keijze, 2014; Bain y col., 2016 -.

El alimentar a las gallinas para una larga vida es un reto y el mayor obstáculo será mantener un huevo de calidad

El manejo de las gallinas de larga vida comienza antes de que las mismas sean viejas. Un apoyo nutricional es necesario a lo largo de toda la vida, evitando por ejemplo las caídas post-pico de la puesta. Aunque es difícil saber cuando las gallinas pueden considerarse “viejas”, supongamos que es a las 60 semanas de edad. Desde una perspectiva fisiológica, la áreas que requerirán atención son el mantenimiento de un buen plumaje, de la integridad esquelética – incluyendo las reservas de Ca – de un oviducto plenamente funcional y de la salud y la función del hígado. El manejo de éste es el aspecto clave en producción y calidad del huevo – Rutten, 2018 -. Los nutrólogos requerirán centrarse en proporcionar los niveles correctos de nutrientes en todo el ciclo de producción. Aunque los requerimientoss de la gallina individual no han cambiado mucho, las especificaciones para formular y los programas de alimentación pueden requerir adaptarse a medida que cambian los hábitos de ingesta y la producción de los manadas.

Cuando se acerca la vejez las células del hipotálamo que controlan los niveles de estrógeno producidos por la gallina se vuelven menos eficientes. El estrógeno desempeña un papel crucial en el mantenimiento y el rendimiento del hueso y en el crecimiento y mantenimiento del oviducto. El efecto neto de la disminución de la producción de estrógenos es un agotamiento del Ca medular y un oviducto que es propenso a lesiones y menos desarrollado – Bain y col., 2016 -. Las diferencias entre los individuos a este respecto muestran que el fenotipo se extiende al nivel fisiológico, por lo que los genetistas podrán centrarse para mejorar ambos aspectos – Dunn, 2013 -.

Durante su crianza, la pollita requiere desarrollar unos órganos robustos y un tracto gastro-intestinal saludable y que funcione bien. Estructuralmente, el ave tendrá un tamaño y un peso corporal ideales, con la composición corporal correcta, y las suficientes reservas de grasa. Lo más importante es que los depósitos de Ca en el hueso medular sean máximos pues una vez que comienza a poner es difícil reponer sus reservas de éste y cuando los niveles del estrógeno circulante comienzan a disminuir la reposición de estas reservas se hace más difícil. De esta forma, las reservas de Ca declinan constantemente a medida que el ave envejece. En el momento en que se agotan, se produce osteoporosis, la calidad de la cáscara disminuye y al final también la producción, independientemente de los niveles dietéticos de Ca. Cualquier fallo en el suministro de Ca durante el comienzo de la puesta agotar las reservas esqueléticas de por vida. Y si los niveles de Ca del pienso son demasiado altos al principio, existe la posibilidad de que el ave no responda al aumento de los niveles de Ca más tarde, aunque esto necesita ser confirmado experimentalmente.

Mantener un buen plumaje y reducir el picaje son otras cuestiones que requieren la atención. El picaje es tanto un problema de comportamiento como nutricional. La adición de algún material fibroso a la dieta se sabe que reduce el picaje, al igual que la recría con baja intensidad de luz. Además, el aumento de los niveles de metionina, triptófano y glicina del pienso ayuda a mantener el estado de plumaje en las gallinas o, al menos, en reducir el picaje – Prescilla y col., 2018 -. Un proyecto actual en los Países Bajos tiene como objetivo averiguar los mecanismos fisiológicos subyacentes del picaje de plumas, incluyendo aspectos tales como la saciedad y la activación del eje intestino- cerebro en relación con el suministro de nutrientes y la densidad. El impacto del comportamiento en la alimentación como motivación del picaje también requiere ser investigado, siendo la intención del proyecto desarrollar estrategias dietéticas prácticas durante la crianza para reducir este comportamiento en la vida posterior – Mens y col., 2018 -.

El hígado proporciona la mayoría de los nutrientes para el desarrollo de la yema y el albumen. Juega un papel de apoyo en la formación de la cáscara al proveer la lipoproteína de la misma, que contribuye a resistencia a la tracción y elasticidad – Pottgüter, 2016 -. El mantenimiento de un hígado sano y funcional es un reto. El hígado graso hemorrágico – FLHS – es un problema importante al final de la puesta. El equilibrio entre la síntesis hepática y la secreción de lípidos es de vital importancia en la regulación de la grasa hepática y extrahepática en las gallinas. La acumulación de grasa hepática puede aumentar por muchos factores, como la nutrición, las condiciones del alojamiento y retos inflamatorios – Shini, 2014 -.

Este tema ha recibió poca atención y nuestro conocimiento está lejos de ser completo. El conocimiento de la función hepática es confuso porque sacamos conclusiones del examen de gallinas muertas, no vivas y sanas. Con objeto de evitar el FLHS y aliviar la presión sobre el hígado, al menos una proporción de la energía dietética debe suministrarse como lípidos a lo largo del ciclo de puesta de la gallina. Los nutrientes que promueven la función hepática y la exportación de grasa del hígado se denominan lipotrópicos e incluyen metionina, colina, inositol – elevado por el uso de fitasa -, vitamina B12, biotina, triptófano, carnitina y selenio. La suplementación con estos nutrientes se ha utilizado como tratamiento para FLHS con éxito variable – Hy-Line, 2017 -. La betaína también se utiliza para ayudar al metabolismo hepático – Pottgüter, 2016 -. También se ha demostrado que el 25(OH)D3 y la vitamina E limitan la FLHS en ponedoras Bouvarel y Nys, 2013 -. La prevención del FLHS tiene más éxito que su tratamiento, como en la mayoría de los trastornos nutricionales o metabólicos, requiriendo un enfoque en la salud del hígado a lo largo de la vida del ave, que es difícil de medir ya que requiere el sacrificio de las aves. Tal vez la tecnología de biomarcadores, utilizada en medicina humana, podría aplicarse en este caso …..

Desde una perspectiva nutricional, parece lógico que aumentar los niveles dietéticos de Ca puede ser beneficioso. La recomendación es aumentar los niveles de Ca durante el final de la puesta con el fin de lograr un consumo de unos 4,5 a 5 g/d por gallina, pero los resultados de la investigación en este sentido son conflictivos. Kershavarz y Nakajima – 1993 – no encontraron ningún beneficio de ir aumentando el Ca, mientras que An y col. – 2016 – observaron una reducción de lo niveles de roturas de la cáscara en gallinas de 70 semanas de vida al aumentarlo, aunque Nascimento y col. – 2014 – vieron que un alto nivel de Ca puede tener un significativo efecto perjudicial sobre el índice de conversión la puesta. Se supone que los resultados se confunden por el nivel de las reservas de Ca contenidas en el hueso medular de la gallina.

La experiencia práctica nos ha enseñado que la fuente de Ca es más importante que los niveles dietéticos per se. El uso de partículas más grandes y menos solubles crea un suministro de Ca durante las horas de oscuridad, que es cuando el ave lo necesita más para la formación de la cáscara. En vez de aumentar los niveles del pienso en Ca, el suministro diario de grano grueso puede ser más eficaz. Otra alternativa es implementar un régimen de alimentación dividido, con dietas altas en Ca suministradas por la tarde. Sin embargo, Molnár y col. – 2018 – encontraron que la alimentación dividida no mantenía la calidad de la cáscara, aunque mejoraba el peso relativo de la misma. AL-Zahrani y Roberts – 2015 – mostraron que la adición de 1 g/t de 25(OH)D3 originaba un mayor peso, grueso y proporción de cáscara y una menor deformación de la misma en gallinas Hy-Line Brown de 19 a 80 semanas, aunque con 0,5 g/t no se conseguía lo mismo.

La mayoría de las dietas comerciales probablemente contienen más que suficiente P. En el final de la puesta el peligro real radica en alimentarlo demasiado ya que unos altos niveles en la sangre inhiben la movilización del Ca del hueso.

 

Conclusiones

La próxima generación de ponedoras habrá reducido los requerimientos diarios de nutrientes, pero puede tener diferentes patrones de ingesta. En circunstancias normales, incluso utilizando sistemas de explotación dispares, las gallinas podrán alcanzar su potencial genético siempre que sean capaces de consumir unos niveles adecuados de nutrientes y de energía. Si bien tenemos una idea justa de los requerimientos de energía de una ponedora, todavía hay mucho debate sobre los nivelesa de aminoácidos.

  • Incluso utilizando sistemas de explotación dispares, las gallinas podrán alcanzar su potencial genético siempre que sean capaces de consumir unos niveles adecuados de nutrientes y de energía

Cualquier decisión debe basarse en la economía de la producción, pero debemos tener en cuenta que probablemente no tiene sentido la de huevos grandes cuando la genética del ave ha sido modificada para producirlos más pequeños. Sorprendentemente, los requerimientos para los minerales clave, Ca y P, aún no se han resuelto. Parece que estamos sobrealimentando de P y que, hasta que tengamos una mejor comprensión de la dinámica de las reservas de Ca en el hueso medular de las gallinas, la provisión de Ca se basará más en conjeturas que en la ciencia.

El verdadero reto será alimentar a las ponedoras de larga vida. Las recomendaciones actuales se basan en hipótesis y conjeturas y aún no se han probado. Muchas de las propuestas presentadas pueden ser demasiado costosas para los sistemas comerciales. Algunos temas como la degeneración del oviducto y la forma en que Ca se deposita en el hueso medular, serán abordados por los genetistas. La prevención de FLHS seguirá siendo un problema en tanto no podamos rastrear la salud y el funcionamiento del hígado a lo largo de la vida del ave.

El manejo del estado del plumaje implica el establecimiento de un buen plumaje, que se determina en gran medida por el suministro de nutrientes y el abordar los aspectos conductuales del picaje de plumas. Esto puede estar relacionado con la alimentación, pero también tiene mucho que ver con el manejo de la granja y el comportamiento innato del ave. La gallina ponedora moderna es un ave eficiente y robusta, con una propensión casi increíble a producir huevos. Los retos a los que nos enfrentamos en el diseño de programas de alimentación para el ave se verán eclipsados por las mejoras previstas en el rendimiento.

R. KLEYN
Australian Poultry Sci. Symp.
Sydney, febrero 2019

 

Para saber más:

-. NUTRICIÓN AVIAR en Avicultura.Com

 

Puedes escribirnos a [email protected] o unirte a los 120.000 lectores/usuarios mensuales de los Media de la Real Escuela de Avicultura  suscribiéndote gratis aquí al eNewsletter de Avicultura.COM o siguiéndonos  en Linkedin, Twitter o Facebook.

Etiquetas:

Deja una respuesta