Todo empezó con menos de 1.000 Euros y muchas ganas.

Dos jovenes de tan solo 19 años que atesoraban un gran espíritu emprendedor y 160.000 Pesetas. Era la década de los 90 y Alfonso Jiménez Rodríguez-Vila y Francisco Iglesias comenzaban a gestar en su cabeza el proyecto de Cascajares, uno de los ejemplos de éxito empresarial en la provincia de Palencia. Dos compañeros perfectos para emprender un apasionante viaje, en el que no faltaba el elemento de la incertidumbre, como toda aventura empresarial que se precie.

El arranque no fue fácil. De hecho, se propusieron vender 1.000 capones vivos y se tuvieron que quedar con 700. Se asomaban al abismo. Pero es en ese tipo de situaciones cuando se gestan algunas de las mejores ideas. Optaron por comercializar un capón entero enlatado. Y algunos les dijeron que habían perdido la cabeza. Sin embargo, la idea triunfó y una boda real, casi de cuento, la de Felipe y Letizia fue el empujón definitivo. El capón figuraba en el menú. Ahora Cascajares sigue su imparable trayectoria en Canadá. De hecho, vende el 66 por ciento de su producto en el mercado internacional.

Pero dejemos la historia para el final de este artículo y volvamos a cómo es posible conseguir decenas de centenares de miles, millones, de impactos ante el gran público para un producto minoritario y de consumo ocasional

 

 

 

La Navidad empieza en Madrid con la Subasta de los capones de Cascajares

La Fundación Cascajares logró recaudar la noche del 26 noviembre un total de 60.680 euros en la XIX edición de la Subasta benéfica de Capones de Cascajares, 20.000 más que en 2017. La recaudación íntegra será destinada a la Fundación Aladina, que trabaja con más de 1.500 niños de toda España que padecen cáncer. Los asistentes al evento pujaron por ocho capones y tres pavos criados y seleccionados por Cascajares, presentes en el evento.

 

El ave que alcanzó una mayor cotización fue un pavo, ‘Josemi IV’, por el que se alcanzaron los 6.200 euros en una puja organizada, como cada año, por la casa de subastas Sotheby’s.

 

«El reto de la subasta de Cascajares es poder recaudar el máximo dinero posible para que la Fundación Aladina pueda seguir desarrollando su labor con los niños que padecen cáncer»

dijo Alfonso Jiménez, presidente y fundador de Cascajares, antes de recordar que

«gracias a los 40.000 euros recaudados el año pasado» y que también se destinaron a esta misma fundación, Aladina pudo contratar una psicóloga más y pasar de cuatro a cinco».

 

La empresa palentina, recordó, siempre apostó por líneas de colaboración con personas con algún tipo de discapacidad. Prueba de ello es la continua presencia de trabajadores con algún tipo de discapacidad en su plantilla, actualmente casi el 25 por ciento del personal del obrador, y la apuesta por proyectos de integración laboral para este colectivo.

Por su parte, el fundador de Aladina, el director de cine de origen mexicano, Paco Arango, se mostró muy satisfecho por el dinero recaudado que va a servir, dijo, «para que cada día podemos ayudar a más niños con cáncer ya que todo lo que entra, sale», dijo al respecto.

La gala, que da el pistolezato de salida oficioso desde hace casi 20 años a la Navidad madrileña, se celebró en el hotel Palace y logró recaudar un total de 40.000 euros. De ese dinero, 8.080 euros provienen de las entradas de 30 euros pagadas por todos y cada uno de los asistentes, unas 200 personas del mundo de la sociedad, la política y las finanzas. El resto se consiguió gracias a donaciones particulares, 12.000 euros aportados por la obra social La Caixa, y de la subasta de las once aves, que han sido seleccionados por Cascajares entre las 40.000 que crían en libertad en el Cerrato palentino, atendiendo a la calidad de su raza, de su carne y su plumaje.

 

El acto, con famosos de la TV presentes, logró gran repercusión en decenas de medios por toda España. La cocinera Samantha Vallejo-Nágera, el cómico Leo Harlem y el actor y director de cine Santiago Segura actuaron como presentadores del evento celebrado en Madrid con más de 200 asistentes

 

 

Como viene siendo habitual los siete capones y tres pavos subastados reciben su nombre por parte de la empresa Cascajares que, en algún caso, lo utiliza para rendir homenaje a personajes famosos. Es lo que ocurre con el pavo «Josemi IV», bautizado así en honor al patrono de la Fundación Cascajares, Josemi Rodríguez. O el pavo «Torrente», que homenajea así al actor y director Santiago Segura, uno de los presentadores de la gala, labor que ha compartido este año con la chef Samantha Vallejo-Nágera y el cómico Leo Harlem. El otro pavo subastado, «Americano», recibe el nombre como guiño a la planta que Cascajares abrió en Canadá hace unos años y que el último día de Acción de Gracias logró vender diez mil pavos asados en Estados Unidos, según dijo el presidente de la compañía.

 

Cascajares fue además en 2016 la tercera empresa familiar más valorada de Castilla y León, compartiendo cuadro con gigantes como Pascual o Grupo Siro.

 

 

Fundación CASCAJARES (www.cascajares.com) Desde su creación en 1994 la empresa agroalimentaria Cascajares siempre apostó por líneas de colaboración con personas con algún tipo de discapacidad. Prueba de ello es la continua presencia de trabajadores con algún tipo de discapacidad en su plantilla, actualmente casi el 30%, y la apuesta por proyectos de integración laboral para este colectivo. Fruto de esta inquietud surgió la creación de la Fundación Cascajares.

 

Sobre CASCAJARES:  Cuando la calidad , la diferenciación y un marketing avícola inteligente se juntan.

La historia de Cascajares es la historia de dos jóvenes emprendedores, Alfonso Jiménez Rodríguez-Vila y Francisco Iglesias, que con 19 años, contando con pocos medios económicos y muchas ganas de trabajar, comenzaron a gestar el proyecto “Cascajares”: una empresa basada en la transformación de productos agroalimentarios. Eran dos compañeros perfectos en un apasionante viaje, Francisco era la cabeza y Alfonso el corazón.

Estirando mucho todos sus ahorros, las 160.000 pesetas que pusieron de capital inicial, la primera idea empresarial fue la de comercializar un capón entero enlatado: lo que era una locura para muchos suponía un reto para ellos… y funcionó. Apostando por esta línea de innovación unida a la tradición recuperaron un manjar de la cocina zamorana, las crestas de gallo, preparadas confitadas en grasa de pato. Una utopía que parecía no tener posibilidades de éxito y que a día de hoy se puede encontrar en las mesas de muchos de los mejores restaurantes de todo el mundo.

El éxito empresarial de Cascajares fue inevitablemente ligado con el personal. En 1998 Alfonso Jiménez recibió el premio “Empresario del año de la provincia de Valladolid”, otorgado por la Escuela de Empresariales de la ciudad. Durante ese mismo año el crecimiento de ventas y los beneficios permitieron mejorar las instalaciones de Cascajares, dejando atrás las naves alquiladas y las subcontratas a la hora de envasar y etiquetar productos. De Valladolid se trasladaron a la provincia de Palencia y con 30 millones de las antiguas pesetas crearon la primera fábrica de la empresa, en Villamuriel de Cerrato.

Capones de Cascajares criados en semilibertad

Un punto que tuvo muy claro Alfonso Jiménez, incluso cuando Cascajares no era nada más que un boceto en un papel, fue el de contar con la colaboración de personas con algún tipo de discapacidad. Para ello siempre ha contado en la fábrica con trabajadores con alguna discapacidad, física o psíquica, hasta llegar a día de hoy a casi un cuarto del total de la plantilla del obrador. Además, desde hace quince años promueven y organizan una Subasta de Capones con carácter benéfico. Su objetivo es recaudar fondos (casi 600.000€ hasta el momento) a favor de alguna fundación con fines benéficos. Reconociendo esta inquietud solidaria en el año 2007 S.A.R. El Príncipe de Asturias entregó a Alfonso Jiménez el Accésit a la Responsabilidad Social Corporativa dentro del marco de los premios al mejor joven empresario de España. Toda su Obra Social se convirtió en 2011 en la Fundación Cascajares cuyo fin es la inserción socio laboral de personas con algún tipo de discapacidad.

Comenzó la expansión nacional y se abrió una red de distribuidores que empezaron a comercializar los productos Cascajares en las Islas Baleares, Cataluña, Asturias, Valencia, Madrid, Cantabria, Extremadura o el País Vasco, ampliándose poco después a todo el territorio nacional. Coincidiendo con esta eclosión de la empresa, en el año 2001 se le otorgó el premio “Empresario del año de Castilla y León” concedido por la Asociación de Jóvenes Empresarios de esa comunidad.

En el año 2003 se anunció el enlace de SS.AA.RR. los Príncipes de Asturias. Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias no lo dudaron y ante la sorpresa de muchos se propusieron que Cascajares estuviera presente en algún plato del banquete de la boda. El reto parecía imposible, pero la ilusión y las cosas bien hechas suelen dar sus frutos. Así, en mayo de 2004 se celebró el evento y miembros de las casas reales y jefes de estado de todo el mundo tuvieron la oportunidad de probar como segundo plato del menú real el Capón de Cascajares. El éxito fue rotundo y supuso un punto de inflexión en la corta pero apasionante historia de la joven empresa.

Alfonso Jiménez en una foto del año 2004, arrancando con la venta online

El crecimiento desde entonces fue meteórico y la fábrica de Villamuriel se quedó pequeña ante la gran demanda del mercado. Con una inversión aproximada de 1.200.000 euros se construyó la nueva planta de elaboración de Cascajares, situada en Dueñas (Palencia), y que se ha convertido en un referente en tecnología agroalimentaria de calidad. En 2009 el Ministerio de Agricultura reconoció a Alfonso Jiménez con el Premio Alimentos de España “por su espíritu emprendedor en una dilatada y atrayente trayectoria empresarial. Además de por la intensa actividad desarrollada en recuperar productos tradicionales y en aportarles mayor valor añadido, empleando técnicas innovadoras y elaborando alimentos de calidad y creativos”.

Y el último reto, de momento, es el de la expansión de la empresa más a allá del Atlántico. El pasado 1 de enero de 2009 empezó a rodar el proyecto de Cascajares Canadá. Ante la dificultad de vender productos al continente americano por sus leyes arancelarias se ha apostado por fabricarlo allí mismo. Y la aventura empezó con buen pie, ya que el plan de negocio de Cascajares fue premiado por la cámara de empresarios de la región de Montegerie como el mejor proyecto de empresa del año. Sin duda una buena señal ya que superó en la votación a otras 50 empresas del sector.

El 30 de noviembre de 2011 y gracias a una inversión de 3 millones de dólares, inauguraron su propia fábrica de elaboración en Quebec, con la que ya pueden vender en todo Estados Unidos, y esperan asentar el proyecto Chef Brigade y Le Chef et Moi, nombres comerciales de Cascajares en Canadá.

En 2011 Cascajares fue elegida mejor PYME del año por la revista “Emprendedores” y han recibido multitud de premios y distinciones durante este tiempo. Por ejemplo en el año 2012 fueron reconocidos con el CECALE de ORO por la provincia de Palencia, galardón que sin duda supone un orgullo para todos los trabajadores de la empresa, el 90% procedentes de Dueñas, Venta de Baño o Palencia. Uno de sus proyectos, el Pavo de Acción de Gracias ya preparado con sus guarniciones que elaboraron junto con el chef José Andrés, les trajo una nueva alegría ya que fue galardonado con el premio Nacional de Marketing a la mejor PYME del año 2013.

En 2014 Alfonso Jiménez fue elegido presidente de Empresa Familiar de Castilla y León, una asociación sin ánimo de lucro, formada por unas cien empresas familiares, cuyo fin es el de defender a sus compañías como el motor de la economía productiva y la generación de empleo en la región.

 

 

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