Editorial: 2021, fluyendo con las incertidumbres

Una buena parte de las noticias que nos llegan en relación con el sector ganadero en general – y la avicultura en particular – está relacionada con la considerable alza de las principales materias primas necesarias para la alimentación de los animales y su repercusión en los costes de producción de nuestros productos.

Así, en lo que atañe principalmente al sector avícola, la revisión a la baja de las existencias mundiales para el maíz y la soja, con unas menores producciones de los principales países productores, unida a unas masivas compras por parte de China, motivando un efecto en cascada, han hecho que las otras materias también se disparasen.

El resultado, unos costes de los piensos, al menos en España – país deficitario en cereales y dependiente casi al 100 % de la soja de importación – significativamente al alza, con unos incrementos anuales del 17% para los de las ponedoras y del 14,9% para los de broilers, hasta hasta fin de diciembre – datos del MAPA -. Pero no se piense que en ello estamos solos pues solo hace falta ver lo que también está ocurriendo en Francia ….

 

Y la repercusión evidente, partiendo de que la alimentación es el principal componente de nuestros costes de producción – alrededor de los dos tercios de estos -, un automático encarecimiento de nuestros productos que, a corto plazo, han de repercutir en el consumidor.

Pero si en el caso del huevo ello puede pasar más desapercibido, por el “galimatías” imperante en los lineales de los supers, con los precios de los mismos, procedentes de diferentes sistemas de producción, generalmente al alza, en el del pollo es diferente.

Con la caída de la salida hacia el canal HORECA, por los conocidos efectos de la pandemia y el aumento de costes del procesado, por las medidas que han tenido que tomar las plantas de procesado en torno sus trabajadores, no cabe duda de que a las integradoras no solo se les han encarecido los costes de materias primas y del procesado, sino que la caida de la demanda en restauración abre un panorama complicado.

La nota positiva es que pollo y huevos son productos en buena parte «anticrisis», aumentando su consumo en los momentos complicados como el actual.

Pero lo que nosotros desearíamos es que, como casi el 100 % de los pollos producidos lo son en régimen de integración, ello se repercutiese en lo mínimo posible en el eslabón primero de la cadena, el productor.

Y si decimos esto es por habernos llegado ya noticias de que precisamente esto es lo que ya está ocurriendo, bien por retrasar algunas empresas la entrega de los pollitos recién nacidos, bien por servir unas cantidades menores que las acordadas, bien por realizar las liquidaciones económicas, según resultados, a la baja, etc.

En resumidas cuentas, el 2021 se nos presenta como un año de incertidumbres en el que nos tendremos que apretar todos el cinturón.

Federico Castelló

 

Los TEMAS de Avicultura.Com para saber más:

-. Repercusiones del Covid-19 en toda la industría avícola y en los mataderos de aves

 

Impacto del covid-19 en el sector de la carne de aves de corral de la UE

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