De igual forma que el ser humano, todos los animales -y, entre ellos, las aves domésticas- requieren la ingestión continua de alimentos para el normal funcionamiento de sus funciones vitales. De esta forma un animal puede proveer sus necesidades de conservación y, secundariamente, transformar una parte de la ración que se le suministra en aquellas producciones que nos interesan, carne, leche, huevos, lana, etc. Sin embargo, en la práctica hay que reconocer que no se hace distinción entre las usualmente conocidas como necesidades de mantenimiento y las de producción pues ambas forman parte de un todo indivisible que es lo que nosotros debemos proveer para obtener el máximo rendimiento del animal en cuestión.