En las décadas de 1920 y 1930, la harina de soja era desconocida para muchas empresas y nutrólogos y apenas se utilizaba en nutrición animal. De hecho, seis Estados norteamericanos no la utilizaban en los piensos para las aves. Según Hayward, su empleo en las raciones de broilers había aumentado desde casi cero en 1930 a 2,5 millones de toneladas en 1970. Para promover su uso en la nutrición animal, Hayward y un comité especial en 1938 decidieron visitar a nutrólogos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos – USDA – y de varias universidades y difundir las noticias sobre ella. Desde entonces no ha habido ningún otro ingrediente de alimentación que se haya estudiado más que la harina de soja, habiendo miles de artículos científicos tratando de aumentar nuestro conocimiento sobre este valioso ingrediente y difundir este conocimiento en todo el mundo.