Estamos a las puertas de un cambio radical de la forma en que entendemos la genética aviar. Un cambio que llegará gracias a la secuenciación del genoma de la gallina y la mejora de las técnicas de detección de marcadores genéticos (SNPs).
Si en los últimos 50 años se ha logrado duplicar el peso del pollo al tiempo que se ha dividido el alimento necesario a la misma edad, ahora, no obstante, hemos alcanzado una situación de estancamiento. La carrera comercial para mejorar las líneas de las estirpes ha hecho que muchas empresas, lastradas por inversiones millonarias, se quedasen por el camino. Y ello lleva, inevitablemente, a la falta de variabilidad genética.